El misterioso naufragio del Valbanera, 102 años sin respuestas

Propiedad de la empresa Pinillos Izquierdo y Compañía, familia devota de la Virgen de Valvanera. En 1906 compraron el barco y en honor a la Virgen deciden ponerle su nombre, pero al bautizarlo por un error ortográfico lo nombran “Valbanera”, y hay quienes dicen que ahí empezaron sus tropiezos.

Trece años después y luego de muchos recorridos, el 21 de agosto de 1919, una maniobra de viraje de forma brusca, hizo que una de sus anclas se soltara quedando atrapada en el lodo del lecho marino.

El 10 de agosto de 1919, luego de llegar a varios puertos españoles, el Valbanera, capitaneado por Ramón Martín Cordero en su primer viaje al mando, tripulantes nuevos, algunos inexpertos y bodegas repletas de mercancía, se dispuso a zarpar desde Barcelona a las Islas Canarias.

En el puerto de Las Palmas, un hecho inquietó al capitán y a los testigos. Una niña de cinco años, se rehusaba a entrar en el barco pues decía totalmente convencida que la nave se iba a hundir. Aquella niña era Ana Pérez Zumalave, viajaba a Cuba en compañía de su madre y sus cuatro hermanos. Todos se quedaron sorprendidos, incluso el capitán se motivó a escribirle una carta a su esposa que enviaría a tierra firme desde La Palma “… de no perder la vida en este primer viaje, a la vuelta tendré el placer de que mi hija me tire de la americana”.

El viaje con sobrecarga de pasajeros, transcurrió con bajas debido a la gripe española, y fueron arrojados al mar. Después de parar en Puerto Rico, siguió rumbo a Santiago de Cuba, el día 5 de septiembre, no era su destino final, sino La Habana, pero ahí bajaron del barco 736 personas extrañamente, ya que sus boletos eran para La Habana. Entre los que bajaron, migrantes canarios, estaba Ana Pérez Zumalave, quien hizo todo el viaje aterrorizada. Aún se preguntan, qué indujo a los pasajeros a bajar del barco tan distante de su destino, y salvando su vida.

El 5 de septiembre arribó a Santiago de Cuba, ahí bajaron los pasajeros del barco. El buque esperaba llegar a La Habana, pero el 9 de septiembre una tempestad se lo impidió, así que decidieron hacerse a la mar para evitar la tempestad. El buque se hundió en solo 12 metros de profundidad, en circunstancias aún sin descifrar, entre el 9 y el 12 de septiembre de 1919.

En torno a este naufragio sin testigos y sin sobrevivientes, se tejen historias que nunca se revelarán. El hallazgo lo hizo un caza submarino norteamericano. Restos de la nave sobresalen y permanece en las arenas movedizas del Bajo de la Media Luna, a 40 millas al oeste de Cayo Hueso en Florida. No usaron las lanchas salvavidas y más insólito, no se halló ningún cadáver de los 488 a bordo.