El gobierno japonés ha decidido echar al mar más de un millón de toneladas de agua, proveniente de los contenedores de la Central Nuclear de Fukushima. Sobre el tema, el primer ministro, Yoshihide Suga, ha dicho que es totalmente segura y no representará riesgo alguno.

El agua procesada se almacena en las instalaciones de Daiichi, y esto no podrá continuar a partir del otoño de 2022, según el ritmo actual. Por ello las autoridades niponas en reunión con su Gabinete gubernamental, sometieron la consulta con la operadora de la planta, Tokyo Electric Power Company, (TEPCO) con el regulador nuclear japonés, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y con las autoridades locales de Fukushima, entre otras partes. Establecieron que las instalaciones de Fukushima Daiichi cuentan con un sistema de procesamiento del agua que elimina la mayoría de los materiales radiactivos considerados peligrosos, con excepción del tritio, un isótopo presente en la naturaleza aunque en baja concentración. 

En 2023, Japón verterá agua radioactiva al océano
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¿Qué es el tritio?

El tritio es un isótopo radiactivo del hidrógeno, generado como subproducto de los reactores nucleares de fisión. También se genera de forma natural en la atmósfera, y va a parar al agua de lluvia o al agua potable. Por el momento no existe tecnología capaz de retirarlo.

Países vecinos alarmados

En un comunicado publicado en su página web, la cancillería china se quejó enérgicamente por la decisión japonesa, tomada según Pekín “sin una consulta completa con los países vecinos y la comunidad internacional” y “sin haber agotado los métodos seguros de desecho”, señala el texto.

“El océano es una propiedad compartida de la humanidad”. El vertido de agua residual nuclear de la central de Fukushima no es solo un asunto nacional (de Japón)”

Asimismo, China instó a Japón a “reconocer sus propias responsabilidades, mantener una actitud científica, cumplir con sus obligaciones internacionales y responder a las graves preocupaciones de la comunidad internacional, los países vecinos y sus ciudadanos”. “China seguirá trabajando con la comunidad internacional para hacer seguimiento de los acontecimientos y se reserva el derecho de realizar otras respuestas”, añade el texto.

Por su parte, Corea del Sur instó a Tokio a ser claro con el tratamiento del líquido antes de desecharlo. “El Gobierno lamenta profundamente la decisión del Gobierno japonés de liberar agua contaminada de la planta nuclear de Fukushima al océano”, dijo en rueda de prensa Koo Yoon-cheol, director de la oficina de coordinación política del Ejecutivo surcoreano.

El funcionario añadió que Seúl reforzará los test de radiación en productos importados de Japón y otras regiones, y que remitirá su preocupación al OIEA e instará a la comunidad internacional a revisar el caso.

Ambientalistas en enérgica protesta

Ante esta noticia los movimientos ambientalistas se han pronunciado en contra de semejante decisión, que catalogan como una estrategia política y no están considerando la vida marina ni las afectaciones a los seres humanos y el ambiente. Ya vivieron la aparición de radioactividad en vegetales y productos marinos devastando el comercio a todo nivel, lo que ha impactado la economía japonesa, sin contar los efectos psicológicos y la estigmatización de las personas de esa zona en el futuro.

Antecedentes del accidente 2011

El 11 de marzo de 2011, un potente terremoto, causó un tsunami con olas de 17 metros, el agua inundó la central nuclear de Daiichi, costa noreste de Japón, en donde se destruyeron los generadores de emergencia. La pérdida accidental de refrigerante dio lugar a tres fusiones nucleares, tres explosiones de hidrógeno y una contaminación radiactiva sin precedentes en el océano. La contingencia obligó a evacuar a toda la población en un radio de 20 kilómetros de la planta; es considerado el accidente nuclear más grande después de Chernóbil en 1986.

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Epicentro del terremoto del Japón oriental y centrales nucleares cercanas.

Según el informe del Organismo internacional de Energía Atómica, además de las víctimas por el terremoto y el tsunami, destacaron las consecuencias sobre la planta, los hogares perdidos que no pudieron ser ocupados nuevamente, 15,000 fallecidos, 6000 heridos y 2,500 desaparecidos, más de 1,280 muertes adicionales debido al frio en los meses siguientes al accidente en muchas ciudades del país.

Tras el accidente sustituyeron la energía por hidrocarburos, lo que incrementó en un 38 por ciento el valor de la electricidad, mayormente para dar calor a los hogares, causando considerables bajas por enfermedades relacionadas al frío.

Bajo este contexto, se espera que las naciones miembros y la sensatez prevalezcan en las decisiones que se tomen en resguardo de la vida en el planeta a corto plazo. En especial, se piden las revisiones rigurosas que ameritan este tipo de plantas y la responsabilidad de los gobiernos por sobre los intereses meramente económicos.