En excavaciones arqueológicas en la antigua Babilonia se encontraron pruebas de que en el 2.800 a.C. ya se manufacturaba jabón. En unos tarros de arcilla, las inscripciones describen la mezcla de grasas hervidas con cenizas y mezcladas con agua.

En las cenizas de la madera se encuentran los álcalis (sosa, soda o potasa cáusticas), unas sustancias que se disuelven en agua y que reaccionan en contacto con las grasas activando el proceso conocido como saponificación, o mejor dicho cuando grasas animales o vegetales se mezclan con la soda cáustica, se convierte en una maravillosa sustancia que se solidifica y se llama “Jabón”.

La primera receta conocida se compone de una cuarta parte de grasa y seis cuartas partes de potasa. Así, se produce una mezcla con cadenas de compuestos que incluyen propiedades hidrófilas (los álcalis atraen el agua) e hidrófobas (el sebo), un descubrimiento indispensable para la industria textil.

En aquella época, según una tabla cuneiforme encontrada en la ciudad de Girsu, Irán, datada en el 2.500 a.C., el jabón era usado por los tejedores para remover la lanolina, una cera producida por las grasas de algunos mamíferos, de la lana. De esta forma, podían teñirla con más facilidad ya que el uso de agua no conseguía arrastrar esta cera y es que la lanolina evita juntarse con el agua. Las cadenas del jabón, sin embargo, las atrapan dentro pudiendo ser removidas luego. También limpiaban con esta sustancia el algodón, antes de convertir ambos tejidos en prendas, toda una revolución jabonosa.

En esa época todavía no existe evidencia de su uso para la limpieza del cuerpo. Sí de su importancia como mercancía. Según recoge el libro The Age of Agade: Inventing Empire in Ancient Mesopotamia (La era de Agade: creando el imperio en la antigua Mesopotamia), los archivos del gobernador de la época del imperio acadio (entre el 2.334 y el 2,154 a. C.) prueban que ya entonces las poblaciones comerciaban con el jabón, así como con los álcalis utilizados para su formulación.

¿A quién se le atribuye el descubrimiento?

En el libro Who Ate the First Oyster? (¿Quién comió la primera ostra?, Penguin Random House), el escritor y periodista Cody Cassidy recoge las historias, imaginadas o no, de las primeras personas en descubrir diferentes artículos. En uno de sus capítulos teoriza con quién pudo descubrir esta fórmula. Y lo hace basándose en la evidencia histórica.

Cogiendo la mencionada tabla de Girsu, Cassidy nos retrotrae a la época sumeria. A su personaje inventado incluso le bautiza: se llama Nini, en honor a la diosa de la medicina Ninisina. Decide que es una mujer porque el jabón se usa principalmente para lavar los tejidos.

El floreciente sector textil de los sumerios (se estima que en tres meses y solo en la ciudad de Girsu se trasquilaban más de 200.000 ovejas) estaba dominado, le dice la antropóloga Joy McCorriston, por mujeres. La industria, además, dependía de esclavas, deudores y trabajos forzados para cortar, tejer, teñir y producir las piezas.

Por tanto, quien descubrió el jabón pudo ser una mujer de clase baja. Y lo hizo al darse cuenta de que las mezclas de ceniza y agua, al unirse a las grasas de la lana, limpiaban mejor que otros objetos. Todo, claro, se basa en especulaciones. Eso sí, con toda una bibliografía científica detrás. Con toda esa información, sí que es posible también que ellas fueran sus principales productoras.

Del animal al vegetal y sus primeros usos corporales

Además de los restos que atestiguan la creación de jabón en Mesopotamia, existen evidencias también de otras poblaciones posteriores que siguieron esta receta.

Según el historiador romano Plinio el Viejo en su Historia “Naturalis“, primera obra donde aparece la palabra jabón, los celtas aprovechaban la grasa de cabra y las cenizas de abedul. Los galos, el sebo de jabalí y los residuos de la combustión del haya. De los primeros, por cierto, recibe su nombre, pues como indica Alejandro Escarpa en su libro Tecnología romana (Akal), los romanos adoptaron el celta saipo como sapo, y de ahí pasó al resto de idiomas.

Antes de que los occidentales usasen el producto, las evidencias muestran que ya los fenicios aprovechaban grasa vegetal en lugar de animal. Su favorita: la del aceite de oliva. Su formulación es la misma que la de los mesopotámicos: incluía álcalis y agua. Este parece ser el origen del famoso jabón de Alepo, cuya receta se mantiene intacta hasta nuestros días y que ha sufrido un revés por culpa de la guerra civil en Siria.

Si bien no lo crearon ellos, sí que retomaron esta fabricación ancestral alrededor del siglo X a. C. y le añadieron hojas de laurel para mejorar su aroma, además de su formato en pastillas sólidas cuadradas. Los fenicios, grandes comerciantes, lo extendieron por sus asentamientos mediterráneos.

Historia del Jabón de baño
Papiro Ebers [wiki]

En Egipto, la receta variaba. Según el ensayo Higiena y cosmética en el Antiguo Egipto de Ana María Utrera, disponible en línea, «los egipcios empleaban una pasta sólida, denominada swabw, factitivo de wab (limpio, puro), que contenía natrón y una pasta a base de cenizas y arcilla, lo que propiciaba la formación de espuma».

El Papiro Ebers, uno de los tratados médicos conocidos más antiguos (data del 1.500 a.C.), aporta además sus usos. Se consideraba un cosmético esencial para las clases altas, las únicas con acceso a este artículo de lujo. Lo utilizaban para limpiarse y, al parecer, eran prescritos por los médicos para el cuidado de la piel, si bien no se especificaban sus beneficios concretos.

Evidencias de sus usos medicinales

Según la leyenda romana, la fabricación de jabón empezó por azar hace 3.000 años en el monte Sapo, cerca de Roma. Los animales que los fieles daban como ofrendas a los dioses se quemaban en dicho monte, y sus grasas se mezclaban con las cenizas de los fuegos del altar. Esta unión se escurría por las laderas de arcilla.

Las mujeres que acudían al templo se dieron cuenta de que la amalgama formada les ayudaba a dejar la ropa más limpia, así también lo hicieron las lavanderas que hacían su jornada en las laderas del monte sapo. Se dice que la palabra saponificación viene de allí, además de la cantidad de oliva que se cultiva en la costa mediterránea, extendiéndose el jabón artesanal a cada hogar de España, Italia, Francia, Grecia, Turkia y el norte de Africa, así como el mundo árabe.

Actualmente la industria de jabón en todo el mundo elabora un producto abrasivo, repleto de aroma y espuma, elementos llamativos para el comercio, pero que están muy lejos de ser saludables, ya que en el proceso de saponificación separar la glicerina natural como un sub producto que es vendido para otros usos industriales.

En cambio, elaborar tu propio jabón, garantiza que tendrás una pastilla con ingredientes que necesita tu piel de acuerdo a su composición natural. Te invitamos a leer nuestro artículo sobre:
Hagamos Jabón Artesanal en casa

Fuentes:

  • https://smoda.elpais.com/belleza/quien-invento-el-jabon-los-insolitos-origenes-de-un-producto-que-salva-vidas/
  • Instagram @organicavzla
  • Belkys Larreal Maestra Jabonera