De ser una camarera en un local de comida rápida, y abogada respectivamente, hija y madre se dedican a recuperar viviendas en la ciudad de Indianápolis que las vio nacer y que aman profundamente, alcanzando la distinción por parte de las autoridades de la ciudad, el respeto de sus vecinos y la admiración de sus fans de TV.

Se trata de Mina Starsiak y Karen Laine, y aunque en español el programa se llama “Las renovadoras”, es una errónea traducción, ya que en realidad el título original es Good Bones  o “Buenos Huesos”, por aquello de “esta casa tiene buenos huesos”, describe una vivienda que reúne condiciones buenas para ser recuperada.

Podría decirse que es un subgénero de los programas que se hicieron populares con aquello de los reality y desde entonces han tenido tanta aceptación que no se han removido de la televisión por cable, aunque ellas llevan poco más de seis temporadas al aire, tienen un formato establecido de comprar casas con posibilidades de modernizar y revender, devolviéndole su esplendor o dejándolas mejor que antes, con beneficio para la comunidad, para el nuevo propietario y para ellas desde luego.

Nina se tomó un tiempo para decidir qué hacer, hasta que compró una casa y con la firma de Karen su madre, abogada de profesión y bohemia soñadora, aseguró su garantía del negocio. Sin rumbo fijo se enfilaron en tutoriales de YouTube y le dieron a su emprendimiento el nombre de “Dos chicas y un martillo” o lo que es lo mismo Two Chicks And A Hammer,  así  pasaron varios años renovando casas en diferentes sectores de la ciudad hasta que un productor de televisión les propuso hacer el programa, y aunque Nina no estaba convencida, finalmente empezaron su camino a la fama de la TV.

La interacción de ambas tiene sus diferencias, debido a las personalidades tan diferentes de una con respecto a la otra, pero al final hay un consenso y sus fabulosas remodelaciones las han llevado al éxito. Entrevistadas por la revista People además de otros medios televisivos, cuentan con medio millón de seguidores en Instagram, convirtiéndose en mujeres emprendedoras y admiradas. Estar en la pantalla de nuestros hogares les permitió formalizar su empresa cuyo lema es:

“Revitalizar a Indianápolis, una casa a la vez”.

Ser un talento como se llama en lenguaje televisivo no es fácil, las exigencias son muchas, tener una presencia importante en las redes sociales, buena personalidad, ser parte integral de los profesionales que hacen la renovación de las casas, consultar antes de hacer cualquier declaración, estar presentables en todo momento y trabajar de 10 a 18 horas diarias por contrato, mientras reparan las casas, sin contar el trato con hombres que muchas veces no las ven como jefas y resulta difícil.

Estos programas son un incentivo para el rescate de muchas ciudades que caen en el abandono gubernamental, aún cuando las viviendas sean de particulares, es positivo que sean parte de un rescate que permita la convivencia y la armonía en cada vecindario.

A mi parecer debería haber muchos renovadores en cada ciudad en muchos países.