Una tradición que se remonta al siglo XV en las costas del norte de Europa, es considerada Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco  desde 2013 y practicada en la actualidad solo por 15 pescadores.

Se trata de la Pesca Ecuestre, actividad totalmente desaparecida en el mundo, a excepción del pequeño pueblo de Oostduinkerke en Bélgica. En el pasado, las personas del pueblo, realizaban la pesca para tener ingresos “extra”, pero después de la guerra, empezaron a trabajar en el turismo, en los hoteles, labores de construcción, etc., provocando la desaparición de los caballos, porque no podía decirse que aquello era un oficio, sino una alternativa, que para 1963 solo contaba con 3 pescadores.

Pesca ecuestre, la tradición especial de Bélgica para el mundo

A comienzos del siglo XX, cientos de pescadores ecuestres se afanaban por pescar el camarón, un recurso abundante que permitía atrapar hasta 200 kilos diarios por pescador, remolcaban las redes con el agua hasta el pecho de los animales; en ese momento las mulas fueron muy utilizadas, pero el Caballo de Tiro Belga-Brabante era el preferido por su talla y fortaleza.

Estos pescadores están unidos tanto por el amor a sus caballos como por el mar, dos aficiones que requieren de mucho esfuerzo. Los camarones se pescan de octubre al mes de abril, en una época muy fría, cuando el viento del norte azota, y es donde el Caballo Brabante insensible a las olas necesita de muchas atenciones y cuidados.

La marea baja es el momento en que los caballos pueden entrar a profundidad en el agua para el arrastre de las redes. La situación misma de la playa es lo que permite continuar con la pesca, ya que permanece igual que hace 100 o 200 años, no hay rompeolas, en las playas salvajes viven los camarones enterrados en el fango, y estas playas tiene 6 barras de arena paralelas, todas con su nombre, son un paraíso para los camarones. Y es la razón de poder continuar pescando.

El remolque para estos caballos es muy pesado, redes de alas de 12 metros de longitud, todo igual que antes, los canastos e implementos no han cambiado en los últimos 100 años. Cuando el mar está en calma y se forman buenas barras hacia el sur, es el momento preciso de pescar camarones. Esta tradición también ha servido para atraer a los turistas, incluso el ayuntamiento pidió que lo hicieran en verano, cuando no se pesca por la intensidad del mar, con lo cual, los pescadores ecuestres se convirtieron en una salida económica para el pueblo, añadiendo un factor cultural.

Se levantaron nuevos hoteles y la producción belga de camarones fue insuficiente para la demanda, teniendo que traer de la vecina Holanda. Ahora durante el verano asisten los jóvenes escolares para encontrarse con los pescadores ecuestres.

La actividad extractiva más el factor cultural de un pueblo de escasos 2000 habitantes, son reconocidos en toda Europa, se ofrece gastronomía propia, y aunque no se pesca como hace 100  años a causa de los grandes barcos camaroneros en aguas profundas, representa una alternativa de sustentabilidad y respeto al ambiente ya que los camarones bebé son liberados para mantener el ciclo ecológico, y sus hermosos caballos están por todas partes, en el ayuntamiento, en plazas y desde luego, en casa de los pescadores.