En ocasiones ocurre el ‘efecto ventrílocuo’, cuando un niño se llama igual que su abuelo, y al expresarse parece que “el que habla es el viejo usando el cuerpo del niño”. Este fenómeno se estudia en la psicogenealogía, y es difícil establecer las diferencias a la hora de armar los árboles genealógicos con la repetición de nombres.

Existe una especie de narcisismo y deseos de clonarse cuando se pone el nombre del padre a un hijo, marcando el destino de un niño, quizá para que experimente cosas o logros que él no pudo alcanzar. Además, si el nombre pertenece a un fallecido, el niño será algo así como un ataúd”, porque lleva un muerto en su identidad, e involuntariamente el vivo se sentirá un poco muerto.

Si piensas ponerle el nombre de algún familiar a tu bebé, piénsalo dos veces…

Esta conversación es común en las familias cuando se espera un hijo, hay diferentes posturas de cada padre, y nunca falta la opinión de personas ajenas que intervienen en asuntos que no le competen, como las abuelas, tías y hermanos, entre otros.

El niño o niña ya tiene un nombre, y es la sabiduría de la naturaleza la que dará con el nombre más adecuado para esa nueva persona que llega al mundo, siempre con un propósito.

 

El Psicoterapeuta, Jorge Llano, expone el caso de María del Carmen, mismo nombre de su hermana muerta, en su infancia visitaba el cementerio y se impresionaba ver la tumba con su nombre y apellido. En su adultez, con 43 años, no veía el sentido de su vida, padeció de depresión y dos intentos de suicidio, ella manifestaba a su hermana “encriptada” y esa hermana que no conoció se expresa a través de ella.

Si piensas ponerle el nombre de algún familiar a tu bebé, piénsalo dos veces…

Para quienes les sucede lo mismo que a María del Carmen, la idea de fallecer incluso se plantea como un descanso, “el amor los lleva a la vida y el muerto a la muerte, los encripta, de modo que no ocupan un lugar en el sistema, son hojas viejas que no pueden representar lo nuevo”, explica este psicoterapeuta, quien detalla que una cura para casos como el de María del Carmen es hacer “un ritual de nacimiento para despedirse de ese muerto”.

La recomendación de Llano es contundente:

“Nunca se deben repetir los nombres en la familia. Entonces, ¿qué hacer cuando el daño ya está hecho? La solución es que la persona que se llama como algún ascendiente tome conciencia de que tiene una capacidad para torcer el destino, para volver al alma de la familia y recuperar el sentido profundo de la existencia de la misma”, asegura Llano.

Este especialista, quien dirige la escuela de Transformación Humana, plantea buscar para los hijos, nombres que no formen parte del árbol genealógico, más bien que sean afines al legado familiar, y que la nueva generación lo haga florecer. Por ejemplo, si en su familia el abuelo era escritor, luego otro fue maestro, y otro fue periodista, entonces en esa familia se dedicarán a la educación y el conocimiento.

Sostiene que muchas familias no conservan el legado, y las generaciones futuras lo desestiman. En estos casos los clanes se enferman, ocurren cosas que no comprendemos y no podemos explicar, y no es más que un clan familiar que no ha sanado.

Si piensas ponerle el nombre de algún familiar a tu bebé, piénsalo dos veces…