Varios sucesos marcaron los últimos días de El Libertador Simón Bolívar, entre ellos: La muerte del Mariscal de Ayacucho su gran amigo, las rencillas políticas y no permitirle entrar a Venezuela, desembocó en un viaje rumbo al exilio en Europa, planeado salir desde Cartagena, pero nunca pudo llegar.

Santa Marta no estaba programada en su travesía, pero su salud hizo que el equipo que le acompañaba decidiera realizar una pausa el 1 de diciembre de 1830, para no empeorar su postración; así que en horas de la noche fue recibido cordialmente por la población, actitud que generó grata impresión, dado que había rumores de cierta aversión al prócer venezolano. Allí, luego de ser presentados por el general colombiano Mariano Montilla, el Libertador conoce a quien sería su médico de cabecera, el cirujano de guerra colombiano nacido en Normandía, Francia, Alejandro Próspero Révérend. Luego de conversar en francés con el galeno, le transmitió las buenas referencias que tenía de él, y que pese a ser bastante reticente a la medicina, confiaba que sería su nuevo médico, el encargado de propiciar una pronta mejoría mediante el uso de todo el conocimiento y tratamientos médicos disponibles en la zona y la época.

En primera instancia el pronóstico médico no fue nada alentador, ya que al interrogar al general sobre su padecimiento, éste le puso al tanto sobre el poco cuidado y desinterés que había tenido respecto a su enfermedad, por lo que tras reunirse con el doctor Mac Night, cirujano del barco de guerra norteamericano “Grampus”, el cual escoltó al general en la última parte de su viaje por el río Magdalena, para obtener una segunda opinión médica, se llegó a un común acuerdo sobre qué tratamiento seguir respecto a la enfermedad diagnosticada El Libertador.

En un inicio fue hospedado en la Casa de Aduanas, antigua sede del consulado español, pero a instancias de su médico de cabecera y de un antiguo amigo, Joaquín de Mier, era necesario un sitio más tranquilo, por lo que este último cedió su hacienda ubicada en San Pedro Alejandrino a las afueras de la ciudad, con disposición de todas sus instalaciones y servidumbre, donde llegó el 6 de diciembre en una Berlina tirada por caballos; un viaje que tardó más de lo habitual ya que el estado de salud del General no permitía viajes con mucho movimiento.

La última semana del Libertador fue un constante ir y venir entre un pronóstico relativamente favorable y el menos favorable, con salidas al aire libre por el recinto para respirar aire fresco e interactuar con la naturaleza, teniendo al paciente en total lucidez y con una buena capacidad de sus facultades, hasta noches en las que los síntomas de lo que su médico consideraba un catarro pulmonar crónico, desencadenante de una tisis tuberculosa que no dejaban dormir al Libertador, lo cual sumado a la reticencia (desconfianza) del general para aceptar los medicamentos y tratamientos propuestos, terminarían resquebrajando aún más su delicado estado.

El 16 de diciembre se vio marcado por la más grave manifestación de síntomas de la enfermedad, los cuales empezaron a presentarse a finales de la mañana teniendo su momento más álgido en horas de la noche, estos eventos generaron una extrema preocupación en su médico, expresados en los últimos dos boletines expedidos este día.

Tras el paso de una mañana marcada por desvanecimientos de los signos vitales y pasado el mediodía, el silencio del salón principal de la casa, ocupado por los edecanes, la cúpula militar del Ejército Patriota y los amigos más íntimos del Libertador, se vio interrumpido por las palabras de su médico Alejandro Próspero Révérend, quien los invitó a pasar a la habitación contigua si querían presenciar los últimos momentos del héroe venezolano. Rodeado de su séquito, y tras una larga pero calmada agonía, el General Simón Bolívar falleció a la una de la tarde con tres minutos y cincuenta y cinco segundos del viernes 17 de diciembre de 1830.

No habiendo personas capacitadas ni instrumentos en aquel lugar, la autopsia y embalsamamiento fue practicada por el mismo doctor Révérend, a partir de las cuatro de la tarde, en una de las salas de la misma Quinta San Pedro, confirmando así el diagnóstico que ya tenía; y posteriormente en el centro de Santa Marta, de manera improvisada se hizo el embalsamamiento.

En los relatos del médico que lo recibió, atendió, vio morir, hizo la autopsia y embalsamó a El Libertador, indican que debido a que no había nadie disponible en la casa para vestir el cuerpo, él mismo estaba en la obligación de vestirlo sólo, momento que relata como muy doloroso, pero más duro aún fue el hecho de que entre las prendas que se le proporcionaron para ataviar el cuerpo de gala militar se encontraba una camisa rota, la que generó indignación en el médico y enfadado dijo que si no se realizaba el cambio de ésta, él mismo daría una de las suyas.

Simón Bolivar ¿Cuándo descansarás en paz?
Muerte de Simón Bolívar, por Antonio Herrera Toro

Traslados del cuerpo:

Primer traslado: se realizó el 17 en la noche desde la hacienda San Pedro Alejandrino hasta la Casa de la Aduana; durante dos días el pueblo de Santa Marta le rindió un sentido homenaje.

Segundo traslado:

20 de diciembre de 1830, se ejecutó desde de la Casa de la Aduana, hoy Museo Nacional, hasta el panteón de la familia Díaz Granados en la Catedral de Santa Marta, al pie del Altar de San José, en la nave derecha y sobre su tumba no se colocó ninguna lápida sepulcral que señalara su nombre, a fin de evitar sus restos fueran profanados por sus enemigos, ya fueran colombianos o venezolanos.

El odio hacia el Libertador era impresionante por parte de aquellos que se habían confabulado para alcanzar el poder. Inclusive, hasta tenían planes para desenterrarlo y arrojar sus restos a las profundidades del mar, donde no pudieran ser rastreados y extraídos en el futuro, sin embargo, no sucedió así, ya que con diversos honores militares se realizaron en lugares cercanos, como lo fue en la Fortaleza del Morro, dónde dispararon salvas de cañón cada media hora y sin distingo del momento del día, desde la llegada de los restos hasta el momento del entierro tres días después. Allá estuvo nueve años, único sitio donde permaneció enterrado.

Tercera movilización

En el año 1834, un terremoto asoló Santa Marta, la tumba del Libertador se agrietó y así permaneció sin arreglos hasta que en 1937 un rayo destruyó la bóveda, y terminó de hundirla. Los enemigos de Bolívar le arrojaron tierra y piedras sobre el ataúd, que se encontraba a la vista. La madera, que ya estaba podrida, quedó por completo destruida. Llevó sus restos livianos y poco olientes a su casa de habitación con algo de enfado por las dos callejas que la separan de la iglesia catedral. Fue inevitable la imagen de procesión que dio con los mozos que pagó para transportar con decoro aquellos huesos ennegrecidos de carne muerta y agusanada del Libertador por entre el mujerío rezandero de la tarde. Antes, había tenido que hacerse valer como hombre de respeto ante los malagradecidos que pisando su cuerpo deshecho devolvían a Bolívar la gracia de darles la libertad.

Los huesos pasaron el resto de la tarde en un rincón mientras se hallaba algún mejor sitio de la casa; ido el sol, cae en cuenta de que algunas personas querrían ver los restos de su Libertador y estaban en el derecho.

Sigue un relato casi novelesco de las dificultades que hubo de sortear, de las amenazas que sufrió por cuenta de las autoridades y de facinerosos dispuestos a arrebatarle los restos del Libertador, unos para desaparecerlos para siempre, otros para llevárselos para Venezuela.

Fue velado en la sala de recibir visitas durante tres días con sus noches y al cuarto se le dio cristiana sepultura al hombre que, dicen malas lenguas, alguna vez retó a Dios, nuestro señor. Aunque este buen hombre no lo creyera, diciendo que Bolívar, con el perdón de Su Majestad, es lo mejor parido en estas tierras en cuanto a hombres.

Cuarta Movilización

1839 Don Manuel Ujueta, con el permiso respectivo, llevó el cadáver hasta su casa ubicada a una cuadra de la Catedral, durante tres días con dinero de su peculio, preparó una nueva bóveda ubicada cerca del altar y ejecutó así el cuarto traslado; allí permaneció durante tres años.

Quinta Movilización

El general Joaquín Anastacio Márquez, y tuvo la iniciativa, pagando los gastos por cuenta propia, de disponer la construcción de un nuevo sepulcro para los restos del Libertador, para lo cual se apoyó en el mencionado Manuel Ujueta y Bisais. El sitio escogido fue en la nave central, bajo la cúpula dando frente al presbiterio. En julio de ese año fueron los restos fueron trasladados a esta nueva tumba sobre la cual fue colocada una lápida de mármol, costeada por el mismo general Márquez, en la que se grabó, para que no hubiera dudas que allí se encontraban los restos del Libertador de Colombia y el Perú.

Sexta movilización

El 30 de abril de 1842, el presidente José Antonio Páez, decretó el regreso a Venezuela de los restos del Padre de la Patria. Ocurrió el 22 de noviembre de 1842 desde Santa Marta en la corbeta “Constitución” al mando del capitán de navío Sebastián Boguier. Llegó al puerto de La Guaira con una parada en el Archipiélago de Los Roques, el 13 de diciembre.

Séptima movilización

Sucedió con la llegada de los restos desde el buque hasta el puerto de La Guaira, la parada militar la comandó el general, ya anciano Juan Uslar. Los restos pernoctaron en la iglesia del puerto.

Octava movilización

Se realizó desde La Guaira hacia Caracas a través del camino de los españoles hasta la iglesia de la Santísima Trinidad donde pernoctó, casualmente la Santísima Trinidad es la devoción de la familia Bolívar, de allí el nombre del Libertador: Simón José Antonio de la Santísima Trinidad.

Novena movilización

Se llevó a cabo el 17 de diciembre de 1842, cuando fue trasladado en imponente manifestación de duelo popular hasta la iglesia de San Francisco en Caracas.

Décima movilización

Ocurrió el día 23 de diciembre de 1842, cuando es llevado hasta el panteón de la familia Bolívar en la Catedral de Caracas, allí están enterrados los restos de sus padres y su esposa; en la Catedral

Décimo primer traslado

Sucede el 28 de octubre de 1876, (día de San Simón), cuando el presidente, el general Antonio Guzmán Blanco, convirtió la iglesia de la Santísima Trinidad en Panteón Nacional, Altar de la Patria. Ese día ingresaron los restos al Panteón Nacional.

Décimo Segundo traslado

Se realizó en 1930, durante la presidencia del doctor Juan Bautista Pérez, cuando se ejecutó una remodelación interior al Panteón Nacional, se colocaron los restos en una urna artística construida por el escultor español Chícharo Gamo.

Décimo Tercer traslado

En el año 2010 se hizo otro movimiento, esta vez para estudiar el cuerpo del prócer con los avances de la ciencia forense, en un acto televisado. Estos estudios arrojaron: “rastros de componentes tóxicos que pudieran haber acelerado la muerte del Libertador, entre los que mencionó el arsénico u elementos arsenicales como la cantaridina (compuesto químico venenoso que aplicado sobre la piel produce enrojecimiento, erupciones e irritación y consumido vía oral produce irritación en el aparato urinario), que se encontraban presentes en los medicamentos consumidos por Bolívar.

Queda abierta la posibilidad de envenenamiento o intoxicación no intencional. Según la hipótesis de los científicos, los tratamientos aplicados al Libertador quizás precipitaron su muerte “sin que esto excluya la posibilidad que también padeciera de tuberculosis”, precisó.

Elías Jaua, vocero del Gobierno de Venezuela. Dijo que aún no se pueden emitir conclusiones definitivas en lo referente a las causas de su muerte. “Más que certezas quedaron más dudas sobre la causa de la muerte de Bolívar”

Décimo Cuarto Traslado

Desde el Panteón Nacional al Mausoleo construido especialmente para él, contiguo al Panteón Nacional inaugurado el 17 de diciembre del 2013. , obra realizada por instrucciones del Presidente Hugo Rafael Chávez, para proteger los restos mortales de El Libertador Simón Bolívar y dignificar su memoria. Este Conjunto Monumental constituye el Sagrado Recinto de la Patria.

Simón Bolívar, El Libertador, Padre de seis naciones, tiene un templo en el corazón de todos los hombres de buena voluntad.

“Colombianos: Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiabais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono.

Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales.

¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.”
Simón Bolívar

Fuentes:
Efemérides: fiestas cívicas y arte efímero en la Venezuela de los siglos XVII-XIX, universidad Católica Andrés, 2001.
Toro, Fermín: Descripción de los honores fúnebres consagrados a los restos del Libertador Simón Bolívar. 1843.

ICONOGRAFÍA: FOTOGRAFÍAS:
https://www.laestrella.com.pa/cafe-estrella/cultura/180805/restos-destino-libertador-rocambolesco
https://spot.com/2011/03/arcos-de-triunfo-de-duracion-efimera.html