Como se puede observar fue hecho siete días antes de su muerte. Fueron testigos los generales Mariano Montilla y José María Carreño, los coroneles Belford Wilson, José de La Cruz Paredes y Joaquín de Mier, el Comandante Juan Glen y el Doctor Manuel Pérez Recuero. Este precioso documento dice así:

En el nombre de Dios todopoderoso, Amén. Yo Simón Bolívar, Libertador de la República de Colombia, natural de la ciudad de Caracas en el Departamento de Venezuela, hijo legítimo de los señores Vicente Bolívar y María Concepción Palacios, difuntos, vecinos que fueron de dicha ciudad; hallándome gravemente enfermo, pero en mi entero y cabal juicio, memoria y entendimiento natural, creyendo confesando como firmemente creo y confieso el alto y soberano Misterio de la Beatísima y Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero; y en todos los misterios que cree, predica y enseña nuestra Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica, Romana, bajo cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir hasta la muerte como católico fiel cristiano, para estar prevenido cuando la mía llegue, con disposición siguiente:

  1. Primeramente: encomiendo mi alma a Dios Nuestro Señor que de la nada la dio, y el cuerpo a la tierra de que fue formado, dejando a disposición de mis albaceas el funeral y entierro, y el pago de las mandas que sean necesarias para obras, y estén prevenidas por el Gobierno.
  2. Declaro: fui casado legalmente con la señora Teresa Toro, difunta, en cuyo matrimonio no tuvimos hijo alguno.
  3. Declaro: que cuando contrajimos matrimonio, mi referida esposa no introdujo ninguna dote, ni otros bienes, y yo introduje todo canto heredé de mis padres.
  4. Declaro: que no poseo otros bienes más que las tierras y minas de Aroa, situadas en la provincia de Carabobo y unas alhajas que constan en el inventario que debe hallarse entre mis papeles, las cuales existen en poder del señor Juan de Francisco Martín, vecino de Cartagena.
  1. Declaro: que solamente soy deudor de cantidad de pesos a los señores Juan de Francisco Martín y Powels y Compañía, y prevengo a mis albaceas que estén y pasen las cuentas que dichos señores presenten, y las satisfagan de mis bienes.
  2. Es mi voluntad que la medalla que me presentó el Congreso de Bolivia, a nombre de aquel pueblo, se le devuelva como se lo ofrecí, en prueba de verdadero afecto que aún en mis últimos momentos conservo a aquella república.
  3. Es mi voluntad que las dobras que me regaló mi amigo el señor General Willson Rousseau y El Arte militar de Montecuculli (Raymond), se entreguen a la Universidad de Caracas.
  4. Es mi voluntad: que de mis bienes se le den a mi fiel mayordomo José Palacios, la cantidad de ocho mil pesos, en remuneración a sus constantes servicios.
  1. Ordeno que los papeles que se hallan en poder del señor Pavageau, se quemen.
  2. Es mi voluntad: que después de mi fallecimiento, mis restos sean depositados en la ciudad de Caracas, mi país natal.
  3. Mando a mis albaceas que la espada que me regaló el Gran Mariscal de Ayacucho, se devuelva a su viuda para que la conserve, como una prueba del amor que siempre he profesado al expresado Gran Mariscal.
  4. Mando que mis albaceas den las gracias al señor general Roberto Wilson, por el buen comportamiento de su hijo el coronel Belford Wilson, que tan fielmente me han acompañado hasta los últimos momentos de mi vida.
  1. Para cumplir y pagar éste mi testamento y lo en él contenido, nombro por mis albaceas testamentarios, fideicomisarios, tenedores de bienes, a los señores general Pedro Briceño Méndes, Juan de Francisco Martín, Doctor José Vargas y general Laurencio Silva, para que de mancomún el insolidum entre ellos, los beneficios y vendan en almoneda o fuera de ella, aunque sea pasado el año fatal de albaceazgo, pues yo les prorrogo el demás tiempo que necesiten, con libre, franca y general administración.
  1. Y cumplido y pagado este mi testamento y lo en él contenido, instituyo y nombro por mis únicos y universales herederos en el remanente de todos mis bienes, deudas, derechos y acciones, futuras sucesiones en que haya sucedido y suceder pudiere, a mis hermanas María Antonia y Juana Bolívar, y a los hijos de mi finado hermano Juan Vicente Bolívar a saber. Juan, Felicia y Fernando Bolívar, con prevención de que mis bienes deberán dividirse en tres partes, las dos para mis dichas dos hermanas, y la otra parte para los referidos hijos de mi indicado hermano Juan Vicente, para que lo hayen y disfruten con la bendición de Dios.

Y revoco, anulo y doy por de ningún valor sin efecto, otros testamentos, codicilos, poderes y memorias que antes de éste haya otorgado por escrito, de palabra o en otra forma, para que no prueben ni hagan fe en juicio ni fuera de él, salvo el presente que ahora otorgo como mi última y deliberada voluntad, o en aquella vía y forma que más haya lugar en derecho. En cuyo testimonio así lo otorgo en esta hacienda de San Pedro Alejandrino, de la comprehensión de la ciudad de Santa Marta a diez de diciembre de mil ochocientos treinta.

Y S(u) E(xcelencia) el otorgante, a quien yo el infraescrito, escribano público del número, certifico que conozco, y de que al parecer está en su entero y cabal juicio, memoria y entendimiento natural, así lo digo, otorgó y firmó por ante mí en la casa de su habitación y en este mi registro corriente de contratos públicos, siendo testigos los señores general Mariano Montilla, general José María Carreño, Coronel Belford Hinton Wilson, coronel José de La Cruz Paredes, coronel Joaquín de Mier, primer comandante Juan Glen y Doctor Manuel Pérez Recuero, presente.

Simón Bolívar,
Ante mí,
José Catalino Noguera,
Escribano Público.

El original de testamento de El Libertador se encuentra en el Archivo de la Notaria de Santa Marta en Colombia, en un volumen empastado, en cuya portada se lee la siguiente inscripción: Protocolo correspondiente al año 1830, 50 folios útiles, 37 documentos. Contiene el testamento del General Simón Bolívar. Este precioso códice escrito de puño y letra de Don José Catalino Noguera, abarca 4 hojas útiles. El texto no tiene enmendaduras y lleva al pie la firma de Simón Bolívar en letra clara y firme, mientras la rúbrica imperfecta, demuestra el pulso débil y tembloroso.

SUS DESEOS NO FUERON ACATADOS

El 6 de diciembre de 1830, el Libertador llegó a la Quinta de San Pedro Alejandrino. El día 10 recibió los Santos Sacramentos de parte de monseñor José María Estévez, Obispo de Santa Marta; dicta su última Proclama y expresa su voluntad testamentaria ante sus albaceas y don José Catalino Noguera, escribano público. El aparte 9no del referido documento indica: “ORDENO QUE LOS PAPELES QUE SE HALLAN EN PODER DEL SEÑOR PAVAGEAU, SE QUEMEN”. Los referidos papeles recopilados por más de diez años, guardados en diez baúles los poseía el señor Juan Bautista Pavageau desde el 28 de septiembre de 1830 por instrucciones de Bolívar a su edecán, el general irlandés Daniel Florencio O´ Leary.

La disposición testamentaria fue desobedecida y rescatados estos papeles para los archivos de la Nación por O´Leary y Juan de Francisco Martín, uno de los albaceas según consta en el artículo 9 del referido documento testamentario. Juan Bautista Pavageau nació en Santo Domingo en 1.788; hijo de padres con alta posición económica. Pavageau sin ser político, conoció al Libertador en Jamaica; hasta le facilitó recursos financieros para apoyar las operaciones militares. En la Nueva Granada conoció a Juan de Francisco Martín, con quien se asoció en actividades mercantiles. En los últimos momentos del Padre de la Patria en Santa Marta, puso a la orden su fortuna para apoyar en lo que fuera necesario para la sanación del ilustre enfermo e inclusive para trasladarlo al exterior. Fallecido el 17 de diciembre de 1830, además cumplió funciones en el consulado francés en Cartagena.

En mayo de 1831 O`Leary y Juan de Francisco Martín, se trasladaron a Jamaica, lugar donde el comerciante Pavageau tenía depositados los diez baúles contentivos de los invalorables papeles, entregados por éste a su persona en Cartagena, con el objeto de ser llevados a París. Una vez en Jamaica Martín y O’Leary procedieron a dividir los papeles en tres partes: los correspondientes a los años 1813 a 1818, fueron enviados al general de brigada Pedro Briceño Méndez, residenciado en Curazao, quien tuvo como misión escribir la historia de la guerra; una segunda parte de los documentos desde 1819 a 1830, fue por O’Leary, la tercera parte la dejó para sí Juan de Francisco Martín, cuyos papeles correspondían a diversos años que iban de 1813 a 1830, en su gran mayoría documentos de carácter oficial y correspondencia particular de algunos funcionarios, estas tres partes lograron reunirse nuevamente, experimentando, un notable incremento con la incorporación de numerosos documentos comprados por el Estado venezolano o recibidos en calidad de donación. La primera parte en ser recuperada fue la que se hallaba en manos del edecán Daniel Florencio O’Leary.

Luego de su muerte, en febrero de 1854, pasaron al cuidado y continuación del acopio por parte de su hijo Simón Bolívar O’Leary Soublette, quien ofreció al general Antonio Guzmán Blanco el 16 de agosto de 1879, el cúmulo de documentos, solicitándole la publicación de las denominadas Memorias del general O’Leary, denominadas así erróneamente, pues como memorias sólo existen los dos tomos de Narraciones y otro que corresponde a un Apéndice, el resto de la colección corresponde a los documentos del Libertador.

Los manuscritos adquiridos por el gobierno nacional en 1883, se publicaron en 32 tomos, a los cuales se les añaden dos volúmenes editados por la Sociedad Bolivariana en 1956, y que corresponden a los índices realizados por Manuel Pérez Vila, para un total de 34 tomos

No ha descansado en Paz

Otro de sus deseos fue regresar a la tierra que le vio nacer, a Caracas. A pesar de eso, pasaron 12 años para ello. Su hermana, María Antonia Bolívar pidió varias veces a distintos presidentes, el traslado de los restos de su hermano, incluso ante el gobierno de Colombia, sin ningún resultado. Tres meses después de la muerte de María Antonia, fue recibido en Caracas, en la Iglesia donde fue bautizado, de la Santísima Trinidad después convertida en Panteón Nacional para albergar a los próceres de la gesta de Independencia, serían objeto todavía de otro funeral (el sexto) y de otro entierro (el quinto). Su corazón no vino con el cuerpo, durante su autopsia separaron el cuerpo de las vísceras. Encontrar el reposo no ha sido logrado para el héroe de tantas batallas, de tantos viajes y afanes por cordilleras y llanuras y mares y continentes, para cumplir con el juramento de la sagrada colina romana. porque no cesaron los partidos ni se consolidó la unión. Al final de todo resultó cierto que aró en el mar y edificó en el viento.

Hasta la próxima entrega.

Testamento de su Excelencia El Libertador de Gran Colombia: General Simón Bolívar
Cementerio del Panteón Nacional, mausoleo dedicado a Simón Bolívar [cementerio]

Fuente:
Texto “Bolívar Católico” por: Alfonso de Jesús Alfonso Vaz
Diario El Carabobeño
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-223831
Bernardo Gaitán Mahecha
https://muertebolivar.wordpress.com/13-el-corazon-de-bolivar/
https://www.cementerio.org/del-panteon-nacional-de-venezuela/