Un acuerdo conseguido entre el Reino Unido y Australia marcaría un ascenso importante y positivo hacia la estabilidad comercial y diplomática que el bloque británico esperó conseguir con la consumación del Brexit, luego de haber conseguido avances significativos con la Unión Europea el mes pasado.

La era post-Brexit ha empezado de manera turbulenta para el Reino Unido y sus planes y estrategias comerciales y diplomáticas para reincorporarse a los bloques internacionales de mayor relevancia y cooperación. Los intereses del gobierno británico se han intensificado al haberse visto ante difíciles y complejas adversidades desde que fue oficializado el proceso del Brexit.

Gran Bretaña y Australia acordaron un acuerdo de libre comercio en Londres con una considerable mayoría, lo que implica un avistamiento agradable por la popularidad que tuvo la propuesta. El acuerdo tomaría completa ejecución a partir de junio.

En un comunicado en conjunto, ambas partes aliadas establecieron que alcanzaron un consenso por una amplia mayoría para un tratado de libre comercio comprensivo. Se destaca la naturaleza de Australia como Mancomunidad, siendo la reina Isabel II la jefa de Estado.

Era de entrever que este acuerdo se daría entre ambas partes, ya que la dependencia del país oceánico está estrechamente – sino en su mayor parte – ligada al accionar británico.

“Ambos países tienen plena confianza que los asuntos pendientes serán resueltos, y ahora entablaran acuerdos para abordar los detalles más relevantes en búsqueda de acordar un principio de ejecución (del tratado de libre comercio) para junio.”

A pesar de tratarse de su Mancomunidad, la cual se especula que aborde cooperativamente las intenciones del Reino Unido, el último consideró este acuerdo con Australia como de suma relevancia, al ser uno de las estrategias fundamentales de Gran Bretaña para reconstruir lazos comerciales y diplomáticos con la región del Índico y Pacífico luego del Brexit.

Según estimaciones experimentadas, este acuerdo de libre comercio le añadiría unas 500 millones de libras esterlinas ($692 millones) a la economía de Gran Bretaña a largo plazo. Liz Truss, ministra británica de comercio y su contraparte Dan Tehan de Australia sirvieron presencialmente para consumar el tratado.