Quizás la reanudación de actividades de un puerto tan lejano en el este de China parezca irrelevante. Pero el puerto Zhoushan es de suma importancia para todos. No importa las latitudes en las que nos encontremos, cuando se paraliza el tercer puerto de contenedores más grande del mundo las consecuencias se manifiestan en múltiples formas que aquejan el bolsillo de millones.

Un caso positivo de coronavirus, solo uno, fue suficiente para paralizar en absoluto los procesos del terminal Meishan en el puerto Ningbo-Zhoushan en China oriental. Citando una “disrupción del sistema” los oficiales del puerto decidieron suspender toda actividad de movimiento de contenedores el 11 de agosto. El puerto situado al sur de Shanghai reinició sus operaciones a medianoche del 26 de agosto.

La compañía estatal que gestiona las operaciones del puerto anunció que el gigante recinto labora nuevamente esperando llegar a los niveles previos a la paralización. Analistas del comercio de envíos navieros estiman que Zhoushan tardaría hasta 60 días para recuperar sus capacidades a estándares normales, ya que tanto trabajadores como marinos deben regresar de la cuarentena.

A pesar del regreso a la acción, los 60 días en los que se demorará en recuperar los trabajos regulares significarán una disrupción para el comercio de minoristas alrededor del mundo, a vísperas de la crucial temporada de festividades. Solo el terminal Meishan abarca el 25% del cargamento de todo el puerto, y su clausura momentánea afectó gravemente al comercio global.

La súbita pausa en Zhoushan ocurrió en el momento más inoportuno cuando la inminente paralización de las cadenas de suministro proliferó a lo largo de los demás puertos de China. La escasez de contenedores, las restricciones en Vietnam que obligaron a cerrar la mayoría de las fábricas y el infame bloqueo del Canal de Suez en marzo se sumaron a la tormenta perfecta.

Al momento de presentarse disrupciones de esta categoría – quizás nunca se habían presentado como tal – las grandes líneas navieras como Maersk, CMA CGM o Hapag-Lloyd tuvieron que reajustar sus itinerarios de entregas para evitar el terminal del puerto de Ningbo-Zhoushan.

El cargamento que permaneció estático en el periodo de clausura ahora empezará a moverse, aún cuando se tardará hasta semanas en poder despejarse los despachos retrasados. La ausencia de productos programados a estar presentes en anaqueles y comercios se extenderá por unas semanas más y esto tendrá consecuencias en las economías.

La pandemia del COVID-19 y la amenaza creciente de su variante Delta aquejan severamente a la industria del comercio naviero. Las cadenas de suministros se interrumpen provocando la escasez de innumerables productos, lo que incrementa sus precios mientras las compañías encuentran mayores costos de importación.