Las disputas internas en la organización han llevado a la OPEP a un estado de “jaque mate”, del cual sus principales consecuencias las podrían sufrir los conductores del mundo por el inminente incremento del precio del combustible. Las ambiciones y negociaciones han fracasado por segundo día consecutivo, en búsqueda de conseguir algún acuerdo para agregarle más barriles a un mercado que aclama mayor suministro.

En una confrontación sin precedentes entre las partes de mayor poder dentro de la OPEP, la alarma de tomar cartas en el asunto se ha estado escuchando a un volumen incrementado progresivamente en los últimos años, especialmente en países como los Estados Unidos, donde los precios del combustible se elevaron sostenidamente en los últimos siete años.

Los analistas de Wall Street establecen que solo la OPEP es capaz de solventar el problema al acordar suministrar más barriles de petróleo a un mercado sediento. El drama se acentúa en países golpeados económicamente y percibiendo crecientes porcentajes de inflación a consecuencia de las restricciones establecidas por la pandemia del COVID-19 alrededor del mundo.

Midiendo las caldeadas temperaturas dentro de la olla de presión que es la OPEP actualmente, las oposiciones entre miembros solo demuestra las fracturas dentro de la organización. Rusia ha sido vocero en la necesidad de producir más barriles de petróleo, por su parte, los Emiratos Árabes Unidos se han opuesto alegando cuidar la estructura de los acuerdos alcanzados.

La encrucijada en la que se sitúa ahora mismo la OPEP es extrema, en mero sentido del término. La creciente demanda eleva el precio del barril de petróleo, el cual se vio notoriamente disminuido en el 2020, entre la pandemia y la guerra de influencia entre Rusia y Arabia Saudita. Sin embargo, al no suministrar más barriles al mercado y mantener los acuerdos, esto dispararía aún más los precios del combustible.

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha mostrado su preocupación ante un escenario donde los precios del combustible incrementen exponencialmente, perjudicial para una población frente a un complejo panorama económico post-COVID. El país norteamericano, el cual se distanció en su propio campo del fracking, está viendo como sus petroleras asumen sus últimos años con pésimo desempeño financiero.

Ante una cruenta realidad de contemplar como la OPEP, una de las organizaciones intergubernamentales más importantes del planeta, se fractura y podría dividirse por completo; también podemos divisar cómo, a pesar de virar hacia la energía sostenible, todo presidente de los Estados Unidos observa con horror el escenario de unos precios del combustible que se disparan.