El imponente buque carguero Ever Given ya no está bloqueando el Canal de Suez, luego de ser protagonista de primera plana en los medios internacionales por varios días, este acontecimiento sigue teniendo graves consecuencias en la economía mundial aún dos meses después de haberse solucionado la obstrucción del canal en Egipto.

La crisis causada por este estrepitoso accidente está lejos de culminarse. Varias compañías, de las más relevantes en los mercados internacionales, están envueltas en una disputa legal que asemeja más a un pandemónium en búsqueda de recuperar capital en las abismales pérdidas valoradas en cientos de millones de dólares a partir de la obstrucción del Canal de Suez.

Si la situación no es lo suficientemente complicada, otra importante adversidad son los contenedores que todavía están en la nave, que por razones obvias nunca terminó su viaje de despacho. Compañías como IKEA y Lenovo están entre las múltiples que poseen cargamento en el Ever Given.

Pearson 1860 y Snuggy UK son compañías pequeñas que actualmente tienen mercancía atrapada en el Ever Given; la primera fabrica bicicletas y la segunda hace sabanas y vestimenta. Will Pearson, director de Pearson 1860, constató que en su compañía no tienen muchas esperanzas de ver sus mercancías este año, y que a pesar de que están aseguradas en el tránsito, la compañía supone que no verán esto en meses o quizás años.

El buque Ever Given y sus 18.300 contenedores fueron incautados por orden de una corte egipcia. La sentencia llega después que la Autoridad del Canal de Suez solicitó una compensación de $916 millones contra Shoei Kisen Kaisha, dueño del barco japonés, por los daños causados por el bloqueo de la nave.

Hasta ahora la mayoría de las compañías – si no es su totalidad – aclaman no recibir información acerca de sus mercancías mientras que son excluidas de las negociaciones para concretar la salida de los bienes. Aún si se llegara a consolidar un acuerdo, las compañías deberían pagar una parte del pacto.

Existe un principio legal marítimo llamado “promedio general”, esta ley requiere a las partes que transportan en un mismo barco compartir los costos en caso de alguna eventualidad que implique pérdidas. El origen de esta ley es ancestral en el comercio marítimo, remontándose al pueblo de Rodas hace más de mil años en lo que hoy es conocido como Grecia.