Lionel Messi se desvincula del Barcelona luego de 20 años en el club, marcando un hito en la historia del fútbol mundial y del deporte en general. El período del argentino fue el más exitoso en la historia centenaria del club azulgrana, hogar de quien es considerado el mejor jugador de la historia del balompié.

Sin embargo, el escenario en el que termina el romance entre Messi y el conjunto catalán es opacado por una oscura nube que debe preocupar a todos los equipos deportivos profesionales alrededor del mundo, indiferentemente de la disciplina. Las finanzas del deporte cambiaron para siempre y el futuro no es prometedor.

Los mercados de pases en el fútbol como en el deporte profesional en general están valorados en un sustento imperceptible, que podría considerarse hasta especulativo. Cuando un jugador era adquirido por una cantidad exorbitante o decenas de millones eran remunerados a algún atleta en una renovación de contrato, esto podía argumentarse como reflejo de las ganancias percibidas por el mercado general del deporte.

Mercado general hace referencia a las oportunidades donde se producen los ingresos por publicidad en camisetas, vallas en canchas, derechos televisivos, premios por clasificación y desempeño en torneos locales e internacionales y demás. Lo cierto, es que todos estos factores que representaban ventanas de ingresos para el deporte en el pasado, parecen ser ineficientes.

El desastre que fue la creación de la Superliga de Europa y la conmoción que causó es un evidente ejemplo de la insuficiencia que auspician los ingresos convencionales a un club que debe pagar miles de millones de euros o dólares en nómina y que el dinero de la Champions League – el torneo de clubes más importante del mundo – es prácticamente insignificante. Los jugadores ganan mucho mientras que los equipos no tanto.

La gestión de la administración pasada del Fútbol Club Barcelona fue espantosa mientras el club percibía los mayores ingresos de su historia. La filosofía de la Masía, basada en la formación de jugadores en categorías inferiores produjo los mejores futbolistas en la historia del club, entre los cuales resaltó el mismo Messi. Hoy en día esta enseñanza se ha perdido.

La imposibilidad del Barcelona de recolectar los 270 millones de euros para mantener al argentino por unos años más y culminar una de las historias más emblemáticas del deporte es hoy una señal de alerta para los demás clubes del balompié, y quizás del deporte en general.

El mercado de fichajes y los salarios de jugadores conforman hoy en día un ecosistema inviable que amenaza con llevar a todos los equipos deportivos profesionales a un default anunciado. Los jugadores optan por incrementar sus salarios a toda costa y existen algunos clubes como el Paris Saint-Germain o Manchester City que están dispuestos a dar lo que sea que pidan para ficharlos.

Los intentos fallidos de fair play financiero que impuso la UEFA, y en el caso específico de la liga de España, fueron el principal punto de quiebre de la ruptura Messi-Barcelona y demás. Esto aclara cualquier duda de que las confederaciones y federaciones podían hacer algo al respecto, pero no pueden.

El ecosistema financiero del fútbol mundial aparenta cercenarse a sí mismo. El dinero nunca es suficiente. No hay Messi, Barcelona, City, PSG, Superliga ni nada que pueda dar el giro para solventar la situación. Messi abandona al Barcelona y todos lo lamentan. Pierden Messi y el club, pero principalmente, pierden los fanáticos del deporte en todos lados.