Los países que conforman la OPEP han fracasado en alcanzar acuerdos para incrementar el suministro de barriles de petróleo hacia el mercado y esto tendría garrafales consecuencias alrededor del planeta. Las estimaciones de expertos e instituciones proyectan un posible incremento exacerbado del precio del combustible, inflación y mayores complicaciones para la recuperación económica post-COVID.

El impasse entre facciones de la OPEP arrastra consigo a la economía mundial frente a impredecibles escenarios. Lo fáctico es que la demanda de petróleo está rebotando considerablemente luego de un 2020 sacudido por la pandemia del coronavirus.

La disyuntiva entre incrementar la producción o el precio por barril

La disputa principal entre distintos frentes que hacen vida e influyen en las decisiones de la OPEP está en decidir incrementar la producción, lo que disminuiría el precio del barril o simplemente seguir los lineamientos establecidos y que la demanda creciente por un suministro estático haga que el precio del barril incremente exponencialmente. Con respecto a ambas opciones, los intereses se dividen.

Bajo aspecto multianual, los precios del petróleo están en un alza record. Actualmente el precio del crudo Brent se sitúa en $78 en su nivel más alto desde el 2018. El crudo norteamericano cuesta hoy en día $76. Estas cifras representan una categórica recuperación desde abril del 2020 cuando la OPEP manejaba precios de $40 por barril.

El mal avistamiento de nuevos casos de COVID

Más que las disputas internas dentro de la OPEP, los miembros de la organización cuentan con una peor amenaza que deben afrontar próximamente y son los crecientes casos de las nuevas variantes del COVID-19. Múltiples países alrededor del mundo presentan cifras crecientes de infección nuevamente y esto perjudicará el crecimiento económico y el consumo del petróleo.

En países desarrollados se maneja la interpretación de los próximos escenarios como potenciales oportunidades para cambiar definitivamente hacia el progreso de energías sostenibles. Por otra parte, los países en vías de desarrollo orbitan en un panorama paralelo a este, debido a los inventarios de petróleo más bajos en la historia reciente, perjudicando severamente sus economías.

Las consecuencias económicas del impertinente impasse dentro de la OPEP son lo suficientemente graves para la población mundial fuera de la amenaza de las variantes del COVID-19. Las posibles soluciones son similarmente impredecibles como los problemas. Otra ineludible amenaza es la disolución técnica de la OPEP, al poder presentarse rebeliones de países miembros decidiendo suministrar petróleo por propia cuenta creando alianzas estratégicas entre facciones dentro de la organización.