Un inclemente virus de terror se esparce entre los inversionistas y financieros de Wall Street ante los crecientes casos de la variante Delta del COVID-19. Poco tiempo tardó la nueva ola de contagios global para obligar a las principales compañías del mundo a repensar sus estrategias de recuperación.

Actualmente, las cifras son preocupantes a poco de volverse alarmantes en un mercado de transacciones de Nueva York que experimentaba notorias mejorías en los últimos meses. El Dow Jones cayó 725 puntos el lunes, un 2.1% de pérdidas mientras que el S&P 500 bajó un 1.6% y el NASDAQ decreció en 1.1%.

Con respecto a los porcentajes esquizoides que ha estado experimentando el mundo financiero en los últimos años, la caída del lunes para el Dow Jones es la mayor desde octubre del 2020 cuando el porcentaje del índice bursátil tuvo una caída de hasta 943 puntos.

El barómetro financiero ha estado picando de un extremo a otro desde el 2020, una propicia señal de la severidad de las preocupaciones acerca de la pandemia del coronavirus. Solo en el 2020 el Dow Jones picó en más de 1.000 puntos hasta seis veces, cinco de esas seis caídas sucedieron solo en marzo cuando empezó la pandemia en los Estados Unidos.

El avistamiento de la variante Delta lleva a los inversionistas a considerar una seria amenaza para la recuperación económica de los Estados Unidos y el resto del mundo. A causa de esta amenaza fueron las compañías de los sectores que estaban reabriéndose rápidamente las que han sufrido mayores pérdidas de valor en sus acciones.

Son las compañías de los sectores de aerolíneas y turismo los que han registrado dramáticos porcentajes negativos. American Airlines, United y Delta han bajado un 5% en sus acciones. Las líneas de cruceros Royal Caribbean, Carnival y Norwegian experimentan decrecimientos de valor cercanos al 6%.

Añadiéndose a la lista de malas noticias, el acuerdo del incremento de suministro de petróleo acordado el domingo por la OPEP+ ha provocado una caída del precio del barril de crudo en un 3%. El efecto de la decisión de la OPEP marca una estrepitosa caída en el sector energético, con un porcentaje del 8% en las acciones de Chevron y Exxon Mobil.

La siguiente ronda en la batalla contra el COVID-19 y su variante Delta condiciona la recuperación económica que se venía trabajando en distintas regiones del planeta. Los inversionistas y financieros de Wall Street ven una nube negra llegar que es progresivamente agigantada, al punto de dejar los pronósticos de inflación en un segundo plano.