“Los residentes se sienten solos. No los vienen a visitar y a algunos los abandonaron. La soledad es lo más grave de este lugar“, Don Sergio.
Quería ser de las primeras en ver esta película para escribir un artículo al respecto y luego de verla, no sabía si tenía ganas de hacerlo.
Quienes me conocen, saben que no suelo ver trailers de películas porque adoro llegar y no tener idea de nada de lo que va a pasar. Con El Agente Topo sucedió de esta forma y eso me terminó haciendo sentir cosas que no esperaba. No porque sea mala, sino porque me sorprendió el descubrir que, en realidad, no estaba viendo una película.
Mis primeras impresiones de esta obra
El Agente Topo trata la historia de Don Sergio, quien es contratado por un detective privado para ingresar a un hogar de ancianos y verificar que la madre de una cliente está siendo bien tratada.
A lo largo de la historia, Don Sergio convive con otros personajes del Hogar de Ancianos y descubre lo que estas personas viven en su vida diaria. Mientras él tiene una familia que se preocupa por su bienestar, en especial luego de enviudar, hay muchos ancianos que han sido internados y olvidados por sus propias familias.
La soledad y el abandono emocional de tantas personas que hicieron su vida y se vieron impedidos de poder continuar es latente. Sin sumar que en muchos casos, pudiendo ser factores funcionales de la sociedad, han sido tratados como piezas fácilmente omitibles.
Basicamente, la historia es esta. ¡Y es literalmente real!
Esperando que El Agente Topo fuese una comedia dramática con, quizás, algún giro emocional evidente, no esperaba descubrir que, al final, no era una película que rompía la cuarta pared, sino una historia real.
La película El Agente Topo es en realidad un documental. Por eso, sentía que a modo de película podía dejar cosas en el tintero, pero como documental, es excelente.
Don Sergio es un hombre que enviudó, fue contratado para ingresar en un hogar de ancianos como espía y tenía que revisar el bienestar de una persona. Conoció a personas internadas, algunos sanos y otros no tanto y, a medida que investigaba la realidad del hogar de ancianos, se involucró con sus compañeros. Cada carta que enviaba a su jefe es escrita por él, quien pasó tres meses de su vida cumpliendo su trabajo de investigación.
Muchas escenas son crudas y, si bien la idea de involucrar a un adulto mayor en el papel de actor y detective se me hace bastante buena porque la actitud de Don Sergio claramente nos dice que puede hacerlo, no dejo de sentir que, al final de la historia, ese hogar de personas mayores termina por envolverlo, asfixiarlo y apagarlo lentamente, casi haciendo que se mimetice con el ambiente, algo que se nota en las ultimas escenas.
Al final, no puedo dejar de pensar en la frase que Don Sergio dice a su jefe, Rómulo. “Por último, ¿cuándo me voy? Comunícate pronto, quiero volver a mi casa”.
Creo que no estaba lista para saber que estas personas no eran actores y esto cambia, por completo, mi experiencia al verla. Empecé riéndome, pensando que mal o bien, era una película ficticia. Terminé con un nudo en la garganta, sin quitarme de la cabeza lo que acababa de ver. ¿Esa persona había muerto? ¿Esas lágrimas eran de verdad? ¿La desesperación en el rostro de esa mujer no era fingida?
Entonces, ¿me gustó?
Es buena. Se trata de una obra que nos invita a pensar, a meditar y a entender lo que significa la vejez. La primera escena, que es la más “peliculesca” de todas, es real, como todo lo que vemos. Su propia directora habla de esto en una entrevista.
¿De qué forma la describiría?
Cruda, real y necesaria.
¿La recomiendo?
La verdad, sí. Ojo, no olvides que es un documental. Muy bien hilado, con una historia que al principio parece ficción pero no lo es. Lo aclaro porque yo fui con esa idea y terminé completamente confundida con lo que sucedía. Creo que habría apreciado la experiencia de una forma diferente de haber sabido que lo que vería era real.
