Todo comenzó en noviembre de 2013, Alex Lewis regresaba del trabajo como diseñador de interiores, vivía con su novia y su hijo de tres años, sintió un malestar de gripe, pero aquello se fue convirtiendo en otros síntomas como manchas en la piel de piernas, brazos, lóbulo de las orejas, y orina con trazas de sangre, lo que ocasionó llevarlo de emergencia al Hospital de Winchester. A los pocos días, los médicos determinaron que Alex sólo contaba con el 3% de posibilidades de sobrevivir, fue diagnosticado con infección por estreptococo tipo A, una extraña infección bacteriana en la que los tejidos de una persona empiezan a comerse a sí mismos. Y aunque él no recuerda haber sufrido dolores insoportables, su familia si lo vio en absoluta agonía; por lo que esa noche decidieron darle la oportunidad de despedirse.

En algunas personas esta bacteria es eliminada naturalmente por el cuerpo, por lo general es inofensiva; pero en su caso provocó un cuadro séptico con envenenamiento de la sangre, en lo que se conoce como un ‘choque tóxico’. Sus extremidades severamente infectadas empezaron a envenenar su cuerpo, razón por la cual fue necesario amputar sus miembros como única alternativa para garantizar su vida. El avance de la bacteria también alcanzó sus labios y nariz.

Después de una serie de días en Salisbury, el momento más doloroso para Alex, fue el saber de boca de los médicos que debían amputar ambas piernas y el brazo izquierdo; pero a pesar de los esfuerzos no pudieron salvar el brazo derecho y le fue amputado por debajo del codo, también perdió la parte inferior de su rostro, y para ello le quitaron piel del hombro para injertar un labio superior e inferior de una sola vez, y darle una nueva cara. Alex describe que los colgajos temporales eran muy dolorosos y despertaba alucinando, pensando que algo había salido mal, aunque no fue así, ya que se sometió a 11 cirugías para estabilizar su cuerpo.

La increíble historia de Alex Lewis

Facebook: @Alexlewistrust

No fue nada fácil aprender a caminar y valerse por sí mismo sin sus extremidades, la apariencia de su rostro también fue impactante.

“Lo que me ocurrió me ha hecho pensar en forma distinta sobre ser padre, pareja y ser humano”, señala. “Sam nuestro hijo, ha sido el pegamento que nos ha mantenido unidos, pasé de ser un hombre de 1,80 a un hombre de 1metro sin brazos ni piernas y con la cara deforme”.

Ahora disfruta de cada momento de su vida como si fuera único. Su hijo lo rechazó al principio por su imagen, le dijo: “papi tienes chocolate esparcido en toda tu cara”. Ahora ha conseguido acercarse más a él sin causarle miedo, después de superar su repentina y rara enfermedad.

De estar a 2 minutos de la muerte a pasar 2 años en operaciones y rehabilitaciones, ha llegado a ser un hombre que comprendió el valor de la vida y el valor de la familia. Su vida antes de la enfermedad lo situaba como un hombre vanidoso de su apariencia, bebía y no estaba preocupado por su futuro.  Ahora tiene otra oportunidad y a pesar de las adversidades la está aprovechando al máximo.

Fuente:

Antena3