Este cenote se encuentra ubicado a pocos metros de la pirámide de Kukulcán, en la zona arqueológica de Chichén Itzá y según las investigaciones realizadas se trata de un sitio en el cual eran arrojadas mujeres vírgenes ataviadas con joyas de gran valor; eran ofrecidas al Dios de la lluvia para que favoreciera a los antiguos habitantes. Basado en crónicas, el estadounidense Edward Herbert Thompson puso en marcha el dragado del lugar y con este proyecto secreto pensó en hacerse de una gran fortuna.

Con estos trabajos se recuperó del fondo del Cenote los esqueletos de 105 individuos, piezas de oro y numerosas joyas de jade y ónix.

El Cenote Sagrado de Chichén Itzá
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¿Por qué se le consideraba sagrado?

La palabra cenote proviene del maya “Dzonot”, que significa “hoyo” o “pozo”. Los antiguos habitantes de Chichén Itzá eran adoradores del Dios de la lluvia (Chaac). Este cuerpo de agua a cielo abierto cuenta con 60 metros de diámetro y una profundidad de 22 metros, a diferencia de otros cenotes no era utilizado para abastecerse de agua para la ciudad, sino que se usaba especialmente para sus rituales, depósito de ofrendas y osario.

El español Diego de Landa en 1566 también llegó a asegurar en sus escritos que dicho cenote se utilizó para rendir tributo al Dios de la lluvia.

Posteriormente, un grupo de arqueólogos mexicanos que en 1960 hizo una exploración submarina, recuperaron 137 osamentas y cascabeles elaborados en cobre y oro. Estas exploraciones submarinas han continuado y a la cabeza de ellos el arqueólogo Guillermo de Anda.

De Anda es arqueólogo subacuático especializado en el estudio de rituales funerarios en cenotes y cuevas, en los que se ha desempeñado por más de 30 años.

El Cenote Sagrado de Chichén Itzá
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Lo extraño es que si era un cenote donde los rituales consistían en sacrificar mujeres vírgenes, los vestigios y osamentas encontradas pertenecieran al sexo masculino, lo que deja abierto el debate a la veracidad de tales leyendas.