Esta fortaleza se puede palpar en la lucha que están enfrentando, y es que grupos de civiles conformados por adolescentes y personas mayores, así como también mujeres, conforman la resistencia que el mundo está viendo, y que desde estas latitudes nos llenan de admiración. Sí, muchos dirán que estamos muy lejos de este conflicto, pero la realidad es que todo lo que suceda allá nos afectará al resto.

Como sabemos, la resistencia comenzó en el año 2013-2014 con la revolución de Maidán (término de origen persa, que designa una plaza), que comenzó al exigir por un acercamiento a la Unión Europea, que se logró cuando lograron derrocar al presidente pro-ruso, Víktor Yanukóvich en febrero del 2014. Ya sabemos lo que sucedió después: explotó la guerra civil en Donbass, y fue cuando el gobierno de Vladimir Putin, con elecciones fraudulentas según occidente, anexó la Península de Crimea con una rapidez asombrosa.

Las redes sociales desempeñaron un papel importante en la organización y movilización de los ciudadanos en 2014, donde hubieron aproximadamente 14.000 muertes; sin embargo, los voluntarios ayudaron y apoyaron a solados, heridos y refugiados, especialmente a aquellos que vivían cerca de las zonas de conflicto, todo gracias a sus iniciativas.

Y los ucranianos han demostrado no ser fáciles de vencer, con un compromiso y determinación sin precedentes para permanecer como un país libre; defendiendo su territorio de una manera feroz porque, para ellos, la libertad es fundamental; la libertad de poder gobernarse sin seguir políticas impuestas por países poderosos como la Federación Rusa.

Entre estos voluntarios, no podemos dejar de mencionar a mujeres de todas las edades y profesiones, entre ellas la política, quienes han estado presentes de manera activa, como fue es el caso de Yulia Timoshenko, diputada, y quien en dos oportunidades fue primer ministro de Ucrania, también se unió a la resistencia para defender a su país. También se han involucrado organizaciones activistas y feministas como FEMEN, que se define como sextremista y atea, y que nació en Ucrania en 2008.

En otro apartado, se ha mencionado que Ucrania era un país dividido, conocido como República Socialista Soviética de Ucrania, luego de que se disolviera la URSS, cosa que ha demostrado no ser cierta, y se declaró como independiente en 1991.

El espíritu de la resistencia ucraniana a toda prueba

Foto de Mike Maguire en Flickr

En aquél entonces las noticias informaban lo que ocurría dentro del territorio. Se transmitían noticias nacionales y aquellas que hablaban de Bielorrusia y Rusia eran noticias extranjeras. Los museos se centraban en el arte ucraniano, y en las escuelas se impartía no sólo historia de Ucrania durante la era soviética, sino también la historia de Ucrania desde sus orígenes.

Con ya 30 años de independencia, han cultivado el amor por libertad del que han podido toda una generación de jóvenes. El último censo que se realizó en 2001, el 77.5% de la población se declaró parte de la etnia ucraniana. Y cabe mencionar que la gran diversidad tanto regional como lingüística en este país de 44 millones de habitantes, no les impide que se sientan ucranianos.

Un ejemplo claro de esto, es que su actual presidente nació de padres judíos durante la época soviética y su primer idioma es el ruso, pero aprendió el ucraniano cuando se lanzó a la candidatura presidencial en el 2019, cosa que para él no resultó problemática ya que la convivencia con estos dos idiomas es cotidiana.

Las relaciones con Rusia desde el 2000 han sido tensas desde la llega de Putin a la presidencia. Por ejemplo, pidió a Ucrania adherirse nuevamente a Rusia por medio de chantajes económicos, para así con ello volver a la época del imperio soviético. Esto último dicho por él mismo en un discurso que dió en julio del 2021, donde catalogó a los ucranianos como imposibilitados de poderse gobernarse a si mismos, por ser campesinos con carencia de educación para lograrlo, y que el consideraba que Ucrania y Rusia eran hermanos.

Se sabe que entre hermanos siempre podrán existir dificultades, pero llegar al punto de querer destruir la identidad de un país es irse a los extremos de la maldad, mi opinión es que deberían vivir y dejar vivir.