Se podría pensar que este encuentro de mundo tuvo un final feliz, pero la realidad es que no del todo, porque la historia de unión entre estas dos personas tan diferentes, surgió a raíz de que un antropólogo estadounidense llamado Napoleon Chagnon motivara a que Kenneth Good se adentrara a estudiar a los indígenas de la selva amazónica de Venezuela. No podemos definirlo como la historia de amor de estos dos seres humanos, como pudiera pensarse. Cuando Kenneth llegó a la selva de Venezuela, su intención era que la expedición que comenzó como una forma de conocer la forma de vida y costumbre de estos indígenas, unos de los más apartados de todo tipo de conocimiento de civilización, lo llevó en el año 1975 a querer saber sobre ellos.

Kenneth Good, un antropólogo de la universidad de Pensilvania, su interés era comprobar que esta tribu “Yanomami” era de guerreros sedientos de sangre, ya que su mentor había escrito un libro resaltando esta característica. Cuando por fin llegó, se instaló a poca distancia del poblado de Hasupuweteri, con la determinación de conocer a la comunidad, todo sobre su manera de vivir, y es por eso que decidió mudarse a vivir en el ‘Shabono’ (una especie de vivienda comunal), en donde pudo experimentar en carne propia los rituales y la manera de cómo conseguían el sustento, y de las largas caminatas para hacerlo.

Al cumplir 3 años de estas idas y venidas, el jefe de la tribu le ofreció a su hermana como pareja de vida, le dijo: “Toma a Yarima. Te va a gustar”. Calculó que la niña debería tener unos 12 años (esta incertidumbre es porque los Yanomami no manejan una numeración, ya que solo conocen “uno, dos y muchos”).

La historia de un hijo que encontró a su madre ‘Yanomami’

El plan de Good era quedarse a investigar solo por 15 meses, que se fueron alargando y en los que pensaba serían suficientes para conocer todo sobre esta tribu amazónica, y que al final llegaron a ser 12 años.

La convivencia con Yarima no fue de manera inmediata; ya que ella vivía con su madre y solo podían verse y conversar cuando ella le llevaba comida a Good, fue ahí cuando comenzó a estrecharse más su relación. Los miembros de la comunidad los empezaron a ver como pareja, el matrimonio para ellos es relativamente como los lazos de poder evitar conflictos entre ellos, y que la mujer tenga un tipo de protección, relación que él después entendería de manera propia.

Su unión matrimonial no llegó a consumarse hasta que ella tenía alrededor de 16 años, y él por ser extranjero no tenía conocimiento de cacería, y al ser ésta una forma de vida en la selva, viajó para buscar alimentos y financiación para seguir con sus investigaciones. En uno de sus tantos viajes se esparció el rumor de su muerte, Yarima fue secuestrada y violada de manera colectiva, donde le fue desprendida una de sus orejas. Cuando él regresó la vio lastimada y decidió llevarla a la ciudad para que fuera atendida; con todos los acontecimientos que ella padeció, él optó por llevársela a Estados Unidos.

La historia de un hijo que encontró a su madre ‘Yanomami’
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Al llegar, después de instalarse, se casaron y formaron una familia con 3 hijos, pero ella nunca logró adaptarse a la vida de la ciudad. Fue en un viaje al Amazonas venezolano que decidieron entre ellos que él se quedaría con la custodia de sus tres hijos.

El hijo mayor David, profesor universitario de biología, después de leer los libros de su padre, fue que supo lo que sucedió, y se plantó la idea de buscar a su madre, y con ayuda de los amigos de su papá emprendió la expedición, misma que se vio frustrada, ya que contrajo malaria, pasó la mayor parte del tiempo enfermo, regresó a su país, pero no dejó a un lado su intención de regresar y continuar con su búsqueda, logrando reencontrarse con su madre en el año 2018. Fue justo ese momento donde se unieron en un abrazo, entre llanto y alegría de volverse a ver.

El volvió 4 veces más y en la última, con la intención de regresar con su madre a Estados Unidos, ya que ella quería volver a ver a sus otros dos hijos, pero las circunstancias económicas y políticas por las que atraviesa Venezuela no lo permitieron, además del repunte de casos de malaria.

Él quiere realizar una investigación sobre las características biológicas de esta tribu, las cuales son únicas en el planeta, el microbioma (son las bacterias que tenemos en nuestra piel) que ellos poseen, integra una de las diversidades más grandes de todos los grupos ya estudiados, esto explica por qué ellos no tienen ninguna de nuestras enfermedades más comunes, y para muchos investigadores podrían darnos luz al trazado de microbiomas ancestrales humanos.

David en la lengua Yanomami se llamaría ‘Ayopowe’, para él, conocer de sus raíces es primordial y ha creado una fundación para ayudar a los Yanomami, ya que están muy desprotegidos. Esperemos que logre tener el apoyo de muchos para la protección de nuestros amigos de la selva pulmonar natural del planeta.

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