También es suegra, y los problemas que ella ha tenido con las esposas de sus hijos han sido mediáticos, así sucedió, con cada una de las cuatro que ha superado la soberana británica.

Comencemos con quien pudo ser “la rebelde”, y no es otra que Diana Spencer. Tal vez, la más querida y quien sería la nuera perfecta. Por el pensamiento conservador de la reina Isabel, al ser Diana una chica de la aristocracia, virgen y cuyo pasado no tenía nada que reprochar, el único problema, era que tan solo tenía 19 años cuando se comprometió con el heredero, el príncipe Carlos.

El pensamiento de Diana, de un mundo ideal, se derrumbó en 1981, luego de su matrimonio cuando el protocolo y el acoso de la prensa comenzaron a agobiarla, la atención excesiva no fue del agrado de su esposo, el príncipe Carlos, y ella joven e inmadura, la situación la sobrepasó, y entre otras cosas, la empujó a tener problemas alimenticios. Al pasar los años, su matrimonio se complicó, y surgieron escándalos, que su suegra, la soberana, enfrentó con el divorcio de Carlos y Diana, y la trágica muerte a los 36 años.

Las nueras de la reina Isabel II

Entonces apareció Camilla Shand, conocida luego como Camila de Cornualles. Si la reina no se hubiera opuesto a esta relación entre ella y su hijo, el príncipe Carlos, en el año 1972, a pesar de su ascendencia aristocrática, otra historia habría sido. Su romance no fue bien visto, al ser Camila de pensamiento libre a lo que sexualidad se refería, y sería uno de los dolores de cabeza de la soberana, así como el escándalo, años después, cuando Carlos admitió que le había sido infiel a Diana justamente con ella.

Camila se ha mantenido callada sin dar declaraciones. Al divorciarse ambos de sus respectivas parejas y tras la muerte de la princesa Diana, quedó abierta la posibilidad de que ella y Carlos por fin se unieran, y fue así cuando la reina dio su aprobación al ver que su amor era verdadero.

Las nueras de la reina Isabel II
lanacion.com.ar/

Ahora, el caso de la intensa Sarah. La reina nunca la vio con malos ojos, siendo una chica liberal de los años 80, pero la diferencia con Camila era su simpatía, por lo que la llegaron a llamar Fergie.

Sarah Ferguson se ganó el cariño de la familia real y la de los británicos al casarse con el príncipe Andrés en 1986, cuyo cuento de hadas terminó en 1992, al salir a la luz las infidelidades de ambos, siendo las de ella más escandalosas, así como las criticas sobre su sobrepeso. Luego del divorcio, salieron a la luz fotos de sus infidelidades que hicieron más complicada la relación con su suegra hasta ya su divorcio definitivo, en 1996.

Con problemas económicos que luego pudo resolver al escribir cuentos para niños, logró que la reina la aceptara nuevamente. En la actualidad, la soberana le agradece el apoyo que ella le ha dado al príncipe Andrés a raíz del escándalo en donde se ha visto envuelto, y que ella ha defendido a capa y espada.

Del otro lado, la favorita, Sophie, una joven y bella profesional de la publicidad muy exitosa, que al no pertenecer a la aristocracia como sus concuñadas, no fue impedimento para que Sophie Rhys-Jones se casara con el príncipe Eduardo en 1999, y él, al no tener la presión de ser heredero, tuvieron 6 años para conocerse y casarse en una boda discreta, en la Capilla de San Jorge en Windsor. También prefirieron ser nombrados “Condes” y no “Duques”.

Sin embargo, ella se vio envuelta en un escándalo cuando un periodista disfrazado de árabe millonario, que sería un posible cliente, grabó una conversación donde Sophie habría hecho comentarios poco agradables del entonces primer ministro, Tony Blair, así como de Carlos y Camilla; por esta razón se le obligó a renunciar al trabajo, dedicándose tiempo completo a la familia real, de allí que se convirtiera en la favorita de la reina.