Hija mayor del príncipe heredero Fumihito de Japón, la princesa Mako se casó este martes sin el kimono milenario, ni la tiara imperial con su novio plebeyo, Kei Komuro, al que conoció en la Internacional Christian University de Tokio. El enlace se realizó de manera discreta, representando así formalmente su salida de la familia real.

Fue a las 10 am que se presentaron en la oficina del barrio local, donde renunciaron a la pompa y las circunstancias habituales de aquellas bodas reales: la ceremonia conocida como Kekkon-no-gi en el Kashikodokoro, un rito sintoísta de enlace en el altar de la diosa del Sol, ni kimono, ni carruajes, ni cualquier tipo de parafernalia a la que estarían acostumbrados los japoneses, y que son de las dinastías más antiguas del planeta.

Princesa Mako renuncia a sus privilegios por amor
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Sin repicar las campanas nupciales, y tampoco la ceremonia civil, un portavoz de la casa real anunció que un funcionario asistía a presentar la documentación para legitimar el matrimonio en el registro civil de Tokio. La novia, lució un elegante vestido verde pastel con un collar de perlas, portando un ramo de flores; la princesa realizó varias reverencias ante sus padres y su hermana quienes salieron a la puerta a despedirla, incluso saltando el protocolo, su hermana se fundió en un abrazo en medio de una lluvia de flashes.

Debido a los reglamentos de la Casa Imperial japonesa, se especifica que si un miembro femenino de la casa real se casara con alguien que no perteneciera a la realeza, perdería los privilegios de la que gozan, no así un miembro masculino. Como era de esperarse, la princesa Mako, ante las tradiciones de una boda real, rechazó el pago que se le ofrece a las mujeres de la realeza cuando deciden retirarse de la familia real.

Princesa Mako renuncia a sus privilegios por amor
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Los ya esposos han entregado a las 14:00 horas (de Japón) un escrito de manera conjunta con respuesta a las preguntas que previamente les había entregado la prensa. Uno de los temas que molestaron a la princesa, es que fueron hechas de forma errónea, sin embargo reafirmó que estaba decidida a construir una vida feliz con su irremplazable marido:

“Para mí, Kei es irremplazable. Soy consciente de que nuestro matrimonio generó discordia, pero para ellos, era una decisión necesaria si queremos vivir siguiendo lo que dictan nuestros corazones”, afirmó la princesa.

Al contrario, con sus parientes más cercanos, como su abuelo y su tío, que no tuvieron que afrontar el hecho de abandonar la casa real por casarse con un “plebeyo”, Mako, como mujer, ha elegido un esposo sin sangre real, y es la única que ha renunciado al ritual del rito sintoísta, y la única también en desistir al monto de 152.5 millones de yenes (equivalente a casi 1.2 millones de euros), que legalmente le corresponden por salir de la casa real nipona.

La ahora, exprincesa, se comprometió con Komuro en el año 2017, pero la boda se pospuso ante denuncias. Entre las críticas que recibió desde el 2018, estaba el de su futura suegra, por problemas de carácter financiero, ya que debía 30.000 euros a su expareja, y ella afirmaba que era un regalo, aunque él, decía que se trataba de un préstamo. También causó polémica la llegada de su prometido al aeropuerto con una coleta, que lo hacía recordar a los que usaban los antiguos Samuráis.

Los novios dieron una rueda de prensa donde utilizaron un lenguaje no acostumbrado entre la realeza, con palabras como “amar y proteger”, lo dijo Kei, y resaltó: “quiero pasar la única vida que tengo con la mujer que amo”.

Luego de tres años de retraso, al fin pudieron reencontrarse a una semana de que se realizara el matrimonio, reuniéndose en Akasaka, residencia familiar del príncipe heredero Fumihito y la princesa Kiko. Vestido de traje y corbata, Komuro se presentó sin la coleta con la que aterrizó en Japón, y lo habían considerado como frívolo.

Finalmente, el amor en esta historia triunfó, a pesar de los obstáculos que han tenido que sortear.