El próximo 10 de junio estaría cumpliendo 100 años. Felipe de Edimburgo nació como príncipe de Grecia y Dinamarca en la isla de Corfú, en 1921. Hijo de príncipes, su padre fue el príncipe Andrés de Grecia, quien fuera séptimo hijo del rey George I; su madre fue la princesa Alice de Battenberg, bisnieta de la reina Victoria. Decidió (tal vez por sugerencia de sus asesores), que renunciara a sus orígenes griegos y a sus títulos para poder casarse con la mujer, quien sería su compañera de vida por 73 años, la Reina Isabel II.
Se casó con ella cuando era princesa y heredera a la corona inglesa, y al hacerlo, se convirtió en consorte de la futura Reina de Inglaterra. Fue entonces cuando recibió los títulos de Duque de Edimburgo, Conde de Merioneth y Barón de Greenwich, aunque para ello tuvo que despedirse de parte de sus apellidos y a su nacionalidad, y además convertirse al anglicanismo de dejar su carrera militar.
Felipe de Edimburgo ha sido considerado el consorte más longevo del Reino Unido, siempre en un segundo plano acompañando a la Reina Isabel, pero supo encontrar un lugar dentro del Palacio de Buckingham. Se sometió a una operación de corazón en marzo de este año.
Un matrimonio de 73 años
En su historial como consorte, se puede mencionar que formó una familia numerosa con su esposa la Reina Isabel, ya que en sufrió de orfandad y vio cómo su familia se desmembraba cuando solo era un niño, por lo que entre sus grandes ilusiones era tener una gran descendencia. Gracias a su matrimonio con la entonces princesa Isabel, logró formar esa familia tan deseada de cuatros hijos, ocho nietos, 10 bisnietos y otro que viene en camino.
Su infancia se puede considerar como algo nómada, ya que estuvo entre Francia, Inglaterra y Alemania. Al ser de una Familia Real griega, se le preguntó en una oportunidad sobre su vida errática y sus palabras fueron que llegaron a ser días inquietantes, ya que vivía su vida, al fin y al cabo estaba separado de sus padres. Su padre se mudó a Montecarlo cuando él tenía 10 años, y su madre estuvo internada en un hospital psiquiátrico, lejos de sus cuatro hermanas mayores.
Sus hermanas se casaron con nobles alemanes y se establecieron en Alemania. Sería en el Reino Unido que se forjaría en su carácter, valentía y su sentido del humor, y le serviría para enamorar a la princesa Isabel de Inglaterra.
Siendo eminentemente familiar, se convirtió en la roca de su esposa y de la Reina, ya que como un hombre fuerte y vital, siempre comentaba que la familia y el hogar eran lo mejor de su vida. En el periodo del primer ministro Winston Churchill, un 20 de noviembre de 1947, se realizó la Boda Real, que daría un toque de color en medio de la época negra de aquellos tiempos.
Al año de estar casados, no esperaron para convertirse en padres y acunarían en sus brazos a su primer hijo, Carlos de Inglaterra, y con esto aseguraron al heredero al trono de Inglaterra. Posteriormente buscaron a la parejita, y llegó la princesa Ana; fue en 1950 que pensaban que se “liberarían de biberones y pañales”, y una década después (1960) sorprendieron con el nacimiento del príncipe Andrés, y cuatro años después, el príncipe Eduardo, cuando Carlos y Ana tenían 12 y 10 años, respectivamente.
La princesa Ana contó que su padre, el príncipe Felipe, jugaba con ellos cuando eran pequeños, como en las vacaciones en Sandrimgham, y les contaba cuentos a la hora de dormir: “era nuestro padre no la nanny, ya que nadie nunca tomaría su lugar”, y agregó que era muy cariñoso con ellos y con sus nietos.
Ha sufrido de ser muy criticado, e inclusive llegaba a decir que leía todo los días el periódico para ver que decían de él, y qué había hecho mal.
Fue testigo de algunos acontecimientos muy relevantes del siglo XX, entre ellos la llegada del hombre a la luna, o la llegada del internet a nuestras vidas. Aunque se retiró de la vida pública en el 2017, continuó siempre al lado de la reina: en momentos de la separación de los Duques de Sussex, y en las pérdidas de tan solo semanas de diferencia de la muerte de su hermana, la princesa Margarita y la de su madre, la reina Elizabeth.
Lo que podemos decir es que la Reina Isabel se queda sin su gran apoyo, en momentos en que la familia real británica pasa duros momentos, tras la explosiva entrevista de su nieto, Harry y Meghan. La Reina Isabel seguirá estando al mando de los Windsor, pese al dolor de perder a su gran compañero de vida, su fuerza y su gran apoyo.
Luto en el palacio
El cementerio de los jardines de Frogmore, a petición del príncipe Felipe habría solicitado esta opción como su última morada. Ahora el Reino Unido empieza su período de luto oficial que se prolongará hasta su funeral. Son 8 días de luto, dependiendo de la fecha de las honras fúnebres, las cuales podrían precipitarse debido a la pandemia.
Para el gobierno son 8 días, un período durante el que la reina no firmaría ni se aprobarían nuevas leyes relativas al Consentimiento Real (que son las que afectarían directamente a La Corona y su organización), y para los asuntos de Estado estarían apartados en señal de respeto, hasta que el príncipe Felipe ya repose en su morada final.
En Windsor, los terrenos de los jardines de Frogmore tienen un mausoleo donde reposan la reina Victoria y el príncipe Alberto, y fueron sus primeros ocupantes ya que el cementerio fue construido en 1862 (consagrado en 1928). No es que este sea una opción común entre los consortes reales, ya que algunos suelen optar por la capilla de San Jorge, que se encuentra dentro del propio Castillo.
Eduardo VII y Jorge VI, el tío y el padre de la Reina Isabel II y la Reina Madre, están enterrados en la abadía de Westminster, donde descansan los monarcas de tiempos pasados; algunos medios británicos señalaron que el príncipe Felipe no quería ser recluido en esta capilla, sino en Frogmore.
Se especula acerca de dónde serán los funerales, y lo que se dice es que sería en la capilla del Palacio de St. James (donde también se celebró el de la princesa Diana) o en la propia capilla de San Jorge, en el Castillo de Windsor, tal vez en la estricta intimidad familiar. A pesar de tener derecho a un funeral de Estado, había dejado claro en varías ocasiones su oposición a este “follón” que venía con el honor.
La familia real británica guardará un período de 30 días de luto.
