El incienso en Vietnam sirve para vincular el mundo de los humanos, con el mundo de los espíritus y el mundo de lo invisible o imaginable, por lo que juega un papel muy importante en la espiritualidad de este país de cien mil habitantes.

Durante siglos, Vietnam se ha encontrado en un universo moral y religioso, que ha sido moldeado por creencias y valores, donde entran muchas religiones, como Budismo, el Confucianismo y el Taoísmos, sin dejar de lado el Cristianismo. La espiritualidad y la creencia en un mundo invisible poblado por espíritus, que deben de ser adorados y respetados, son también principios de la vida diaria de los vietnamitas.

Las esencias juegan un papel, si se quiere, principal en los rituales sagrados, porque son la pieza que hará posible la creación de un puente, entre el mundo visible (de los humanos) con el mundo invisible, donde habitan los dioses y espíritus. Ya sea en un templo o en un altar de sus antepasados, para ellos el encender una varita de incienso es el primer gesto que se debe realizar, porque crea el clima propicio para la elevación espiritual, y es más fácil atraer la atención del espíritu con sus oraciones.

El humo que produce el incienso purificará sus pensamientos y emociones para permitirles entrar en el mundo espiritual en buen estado. Las oraciones se realizan a través de postraciones con las manos enfrente y luego las dejan descansar sobre el altar; para ellos, realizar este tipo de reverencias, significa renovar su prosperidad y, así, su buena suerte.

Según la información recabada, fue en el siglo XVIII, en una aldea Cao Thon, que comenzó la fabricación de varitas de inciensos, a partir de materiales naturales y es una tradición que pasa de generación a generación. En esta parte del país, las esencias tienen una característica muy particular, ya que combinan de forma muy armoniosa el aroma de plantas medicinales conseguidas en el bosque; entre ellas se pueden nombrar las flores de aglaia, el cardamomo y la regaliz.

Vietnam la tierra de los inciensos
La aldea de Cao Thon. Foto de VOV5

Cada familia posee su propia fórmula secreta para hacer sus varitas y son alrededor de 200 familias las que estarían vinculadas con este oficio tan milenario. Con un mercado que abarca países como: India, Tailandia, Camboya, Alemania y Francia.

Can Thon es un lugar digno de conocer ya que, a pesar de dar la imagen de un pueblo tranquilo, sus miles de varitas expuestas al sol logran aromatizar el ambiente, con un aroma que circula por toda la aldea.