En su último trabajo editorial el Psicólogo y escritor Walter Riso dedica su análisis al tema del apego, porque según él, es el principal motivo para que el ser humano sufra.

Somos seres sociables, de costumbres y paradigmas, y los especialistas consideran que nuestro pensamiento muchas veces está atado a lo que tenemos y eso indica cuánto vales. El apego a las personas, en este caso a “alguien” o a los bienes tangibles y materiales, es decir a “algo”, pareciera la única vía para lograr la felicidad…. Si eso es así, estamos “a la sombra de tu amo”, en su libro Despegarse sin anestesia”, Riso señala las necesidades secundarias de las que podríamos prescindir para que emocionalmente seamos capaces de tener una vida plena, y asegura que “crear una relación dependiente, significa entregar el alma a cambio de obtener un falso placer y seguridad”.

Apegarse es la mayor causa de sufrimiento del hombre

Los apegos causan sufrimiento, ya que todos los problemas humanos tienen que ver con el miedo a perder, por ejemplo: poder, comodidad, seguridad, estatus, reconocimiento y un sinfín de situaciones y emociones, en donde el hombre se refugia y basa en ello, lo que llama su plenitud o felicidad.

Si de placer se trata, rechazamos las cosas que no nos proporcionan satisfacción, pero que son importantes para vivir, nos rodeamos de personas que nos halagan, complacen y miman, pero evitamos a los que verdaderamente nos aman, solo porque nos dicen la verdad acerca de situaciones y emociones que no comparten.

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Existen apegos a la comodidad, y por ello nos alejamos de lugares “incómodos”, que no nos agradan, donde la vibra es pesada, feo o sucio, o donde no están las personas que te gustan. Resulta incómodo para muchos ir a la iglesia, a cementerios, velorios, reuniones con vecinos e incluso a la casa de tus padres. Nos volvemos selectivos de los sitios y las situaciones cuidando nuestra comodidad y gustos.

La naturaleza del hombre nos muestra necesidades inherentes a la vida misma y otras que han sido creadas por una sociedad de consumo, de status, de igualdad de manada, de pertenencia, pero no necesariamente tener un deseo es un placer proyectado en el tiempo, más cuando se es incapaz de renunciar a esas ansias y te das cuenta que en ese momento “estás en el apego”.

En definitiva el apego según Riso, es un vínculo obsesivo por un objeto, idea o persona, fundamentado en cuatro falsas creencias: “que es permanente”, “que te hará feliz”, “que te dará seguridad total” y “da sentido a tu vida”. Al estar en este parámetro, tu “YO” interno no está preparado para la pérdida y no aceptarás el desprendimiento.

Con toda esta analogía no se trata de estigmatizar el apego a las aspiraciones naturales de las personas, pero sí, que aprendamos a diferenciar las situaciones para evitar el sufrimiento por aquello que no hemos podido lograr. Esas frustraciones nos enferman, van directamente al organismo causando estragos.

Desde que se anunció al mundo la pandemia en 2020, la prueba para los apegos ha sido muy dura, vidas suspendidas en muchos aspectos, alejamiento físico y espiritual, ausencia y silencio, sin recreación, pocos o ningún ahorro, con miedos, incertidumbre, impotencia, desinformación, aplazamiento de agendas, sentimientos encontrados, desprendiéndonos de muchas cosas materiales, pisando fondo en todo sentido.

Es un tiempo de reflexionar en lo que realmente llenará tu corazón de felicidad, con esas cosas sencillas, hechas desde la profundidad de nosotros mismos, permitamos que afloren los motivos y saquemos el bello ser humano que somos para convivir con lo que tenemos, un cuerpo que lleva un alma que sueña.
Mantengamos la fe en la grandeza divina, no en la cosas del mundo que son variables, se desvanecen y muchas son superficiales.

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Fuente: La Vanguardia