Las naciones originarias o pueblos que habitaban el actual país de Canadá, hicieron contacto con el hombre europeo desde el año 1000, pero a partir del asentamiento definitivo, con la llegada de británicos y franceses su relación fue inevitable; y me refiero a inevitable por los intereses del hombre blanco por adueñarse de aquellos territorios, sin respetar a sus habitantes legítimos.

Canadá posee el litoral más extenso y la mayor cantidad de lagos que cualquier otro país, tenían muchas etnias’, haciéndolo un territorio “poblado”. De aquellos pueblos quedaron dos grandes grupos: los “Inuits” (pobladores de las tierras árticas) y los “Métis” (mezcla de aborígenes y colonos). Estas personas  fueron utilizadas a conveniencia para erradicarlos de sus tierras, igual como ha ocurrido en toda América, algunos lucharon por la independencia apoyando a uno u otro bando, otros fueron perseguidos por sus costumbres, cultura e idioma, muchos murieron de hambre y enfermedades traídas por los europeos, y por si fuera poco confinados a territorios marginales.

Una historia que están manejando todos los medios, es el hallazgo de cientos de tumbas de niños en las cercanías de las escuelas establecidas a partir de 1982 hasta 1996; un convenio hecho entre los gobiernos y las iglesias, entre ellas la católica con un 70%, la anglicana, presbiteriana, y la Iglesia Unida de Canadá. Para la época no existían vacunas, muchos de los niños que fueron acogidos por el Estado fueron a parar a estos Institutos tras haber quedado huérfanos, empujando al Estado a tener un lugar donde atenderlos.

Sin embargo, hay relatos de niños ahora adultos que sufrieron maltratos, abusos físicos y psicológicos, otros padres aseguran no haber visto más a sus hijos; pero también hay evidencias de participación de estos jóvenes en equipos de Hockey representando a Canadá, provenientes de esos colegios que viajaron a competir, también personas que hicieron su formación profesional con apoyo de esas escuelas y hoy en día son felices profesionales.

Tumbas de niños sin nombre en Canadá

Entonces, lo cierto es que están allí los cuerpos, hay una inmensa ola de noticias en contra, pero en esas instituciones están las historias. Debe realizarse la investigación forense e identificar las causas de cada muerte, hallar a los familiares de esos niños y resarcir el daño causado a las familias; además permitir la representación y determinación de los pueblos originarios versus el colonialismo e imperialismo que ha causado odio, abuso de poder y desatado una ola de incendios a iglesias católicas en ciudades canadienses.

Tocar el sentimiento con la noticia de las tumbas, es “pescar en río revuelto”, mientras los gobiernos ponen todo a su favor, izando banderas a media asta por los hechos, pero sin devolver a los indígenas sus derechos; eso sí sería una muestra de arrepentimiento. Existe interés político y trasfondo (tanto ayer como ahora). Casualmente se incluirán un par de leyes que beneficiarán la explotación de territorios ricos en minerales, poniendo en bandeja el negocio a ONG internacionales, sin pasar por la ‘lupa’ del gobierno, así como otra ley de Día Feriado como disculpa ante los hechos.

¿Por qué el silencio? ¿Por qué ahora? ¿Por qué tumbas sin nombre? ¿Qué paso con cada niño?