En Europa, la noche del domingo, se hizo oficial la fundación de la Superliga de Europa, un nuevo torneo que rompe con todos los paradigmas del fútbol mundial – y quizás del deporte global en general – el cual está conformado por doce clubes fundadores: Barcelona, Real Madrid, Atlético de Madrid, Juventus, Milan, Inter, Chelsea, Liverpool, Manchester United, Manchester City, Arsenal y Tottenham.

Quizás la idea de una Superliga que albergue a los 12 mejores clubes en las tres ligas más relevantes del mundo sea una noción atractiva a la simpatía de millones. Sin embargo, las voces disonantes de esta decisión sorpresiva han sido contundentes y múltiples en el viejo continente.

Este nuevo torneo se disputará entre semana y se dispondrá con el formato liguero, a los doce fundadores se espera la adhesión de tres clubes más que fueron invitados a fundar la Superliga – sin conocerse los nombres de dichas instituciones – además, se clasificarán cinco clubes más según su desempeño en liga para terminar conformando una liga de veinte equipos.

Ante el contundente anuncio del nuevo torneo el cual presidirá Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, las respuestas de la FIFA y la UEFA, además de millones de fanáticos y docenas de clubes a lo largo de Europa han sido negativas, inclusive en jugadores y fanáticos de algunos de los equipos que se prestan como fundadores de este proyecto.

La muerte del fútbol

La manera en cómo este torneo desintegrará todo significado o mística que envuelve al fútbol, deporte practicado en todo el mundo y con épica historia centenaria, del cual la Liga de Campeones ha sido un hito de magnificencia en la confrontación de los mejores clubes del mundo.

Expertos y personas que hacen vida en el fútbol alegan que esta Superliga de Europa no es más que una cápsula elitista de los clubes de mayor remuneración del fútbol europeo. En este intento de segmentar la competencia de clubes más relevante del mundo, la remuneración por derechos de televisión y publicidad podría representar una ganancia cuatro veces más a la que podrían percibir en la UEFA Champions League.

El factor Barcelona

Del mismo modo, el motivo de tan abrupta maniobra de doce clubes de independizarse de la UEFA, se puede ver reflejada en la caótica situación financiera del Barcelona. Se especula que por solo pertenecer a la Superliga, el Barcelona obtendría una entrada de liquidez de 300 millones de euros – casi la mitad de lo que costaría su nuevo estadio -.

Además, el club culé se enfrenta a un momento clave, luego de haber elegido a Joan Laporta como nuevo presidente, sucesor de una línea presidencial previa que fue estrepitosa financieramente. La renovación de Messi y la adquisición de un fichaje élite, el pago de nómina de jugadores importantes y el espeluznante vencimiento de créditos bancarios, es la tormenta perfecta a la que el Barcelona busca frenéticamente sobrevivir.

A corto plazo, el Barcelona posee una deuda de 730 millones de euros, su fondo de maniobra es negativo, pasando la barrera de los 600 millones para una deuda total de… y sí, es verídico: 1.173 millones de euros.