Ya sea por el poco conocimiento o simplemente por descuido, tendemos a adquirir hábitos nada positivos para nuestro vehículo, estos hábitos perjudiciales se manifiestan no solo al conducir, sino también en la manera descuidada en que atendemos algunos aspectos relativos al mantenimiento y bienestar de nuestro automóvil, que la mayoría de los casos resultan en costosas reparaciones que pudieron ser evitadas.

Los malos hábitos más comunes y agresivos que realizamos con el vehículo.

Revolucionar el motor cuando está frío. Esto puede causar daños ya que crea cambios abruptos de temperatura que causan estrés entre los componentes que tienen un ajuste preciso. Al encender el auto es recomendable esperar un minuto antes de acelerar, ya que el aceite que se encuentra en el cárter necesita algunos segundos para llegar al circuito y alcance así la temperatura deseada. Si pisas el acelerador antes de tiempo solo causas desgastes y agarrotamientos en los órganos mecánicos.

Arranques y frenados agresivos. Si no existe la necesidad de arrancar a fondo o de frenar de golpe, no lo haga ya que esto gasta algunas partes del auto.

Frenando constante en bajada. Pisar constantemente el freno aumenta la temperatura en los discos y rotores de los frenos, desgastándolos y aumentando la posibilidad de desvanecimiento o recalentamiento de los mismos, perdiendo el la acción de frenado.

Malas costumbres que poco a poco dañan tu auto
Foto de Twenty20

Ignorar las señales de alerta y aviso. No hacer caso de las señales y avisos que el auto te da, pueden llegar a dañar tu auto gravemente y resultar en costosas reparaciones.

Cargar peso excesivo. Esto afecta el rendimiento de combustible y a la larga daña tu motor y suspensión.

No usar el freno de mano. El freno de mano se debe usar aunque este estacionado en una superficie nivelada ya que distribuye el peso ayudando a soportar el auto y no recaiga en la transmisión.

Manejar con el tanque en reserva. Es probable que nos parezca algo insignificante circular con el tanque en reserva, pero el hecho es que se podría dañar una pieza muy costosa como es la bomba de combustible. Puntualmente se desgasta por sobre exigencia y también porque llegan las impurezas acumuladas en el fondo del tanque.

Descansar la mano en la palanca. El peso muerto de la mano en la palanca de cambios, aunque no nos demos cuenta, le genera un desgaste mayor, desajustes en su mecanismo y pone estrés adicional en los componentes internos, causando desgaste prematuro, y su deformación.

Presión de aire insuficiente en los neumáticos. Si no tenemos la presión correcta en las ruedas de nuestro auto desconocemos todo el mal que le hacemos: desgasta mucho antes de tiempo la banda de rodadura; incrementa las vibraciones que dañan la parte central del vehículo (sobre todo los amortiguadores); le quita adherencia al suelo; le saca el correcto dinamismo que tiene cada vehículo; y como si fuera poco nos hace gastar más porque aumenta el normal consumo de combustible.

Uso indiscriminado y/o incorrecto del embrague. Otro aspecto usual entre conductores es usar el embrague hasta cuando no hace falta, por ejemplo, cuando lo mantenemos pisado con la primera engranada para no perder un segundo cuando el semáforo de la luz verde. Lo mismo sucede durante la marcha, no dejes el pie sobre el pedal, aunque no te des cuenta esa ligera presión desgasta prematuramente al embrague. Cuando el auto está parado y usas el embrague genera fricciones internas que dañan los discos y todas las piezas relacionadas, ocasionando que se desgasten rápido.

Girar el volante con el auto quieto. Esta quizá no sea la más común de las malas costumbres, pero sí al hacerlo reducimos la vida útil de la bomba, además de los neumáticos.

Pasar reductores a gran velocidad. No reducir la velocidad en reductores (lomas de burro o similares) o mismo hacerlo de la forma clásica (“de costado” o inclinado en sus laterales, repartiendo el peso de la carga del auto de forma incorrecta) dañan seriamente a las suspensiones y neumáticos de los vehículos. Se recomienda no pasar por estos reductores a más de 15km/h.

Manejar el auto con el motor frío o con sus fluidos con niveles bajos. Si bien con las nuevas tecnologías aplicadas a los vehículos es menos preocupante, es recomendable esperar aunque sea unos segundos para que el aceite (que bajó al cárter por gravedad) sea bombeado y llegue a todo lugar que requiera lubricación, evitando así un desgaste mayor al esperable.

Frenados excesivos y/o repentinos. Mantener las distancias con otros autos y anticiparse a las maniobras son buenas formas de prevenir un rápido desgaste de los frenos. Dependiendo del contexto soltar el acelerador o hacer un cambio de velocidad en la transmisión, puede ayudarnos a reducir la velocidad sin tener que usar los frenos en situaciones que no lo ameritan. Entendemos que los frenos son muy necesarios, pero cuando son utilizados de forma prolongada acelera el desgaste de pastillas y discos. Lo que provoca deformaciones en ellos y causarán vibraciones sobre el volante.

Manejar muy rápido o muy lento. La transmisión, el turbo y el cigüeñal del motor se desgastan incorrectamente si manejamos de forma excesivamente pausada, esto es cuando no llegamos a determinadas revoluciones por minuto. Mientras que el motor, la amortiguación, la transmisión y los frenos, se verían perjudicados si manejamos de forma brusca y a grandes velocidades.

Estacionar de costado al auto por encima de los cinco centímetros del suelo. Una de las costumbres más populares es estacionar con medio auto sobre la vereda o aceras, cuando se quiere reducir el espacio que ocupa. Esto produce que quede inclinado apoyando todo su peso en dos ruedas lo que desgasta tanto a los neumáticos que se apoyan en el asfalto, como sus llantas, rótulas y suspensiones.

Estacionar sin el freno de mano y dejando el cambio puesto. Es probable que te resulte una obviedad, pero al estacionar el auto dejando un cambio puesto sin usar el freno de mano, obliga a la caja de cambios a absorber toda la fuerza que mantiene quieto al auto.

No hacer el mantenimiento de acuerdo a los tiempos establecidos. Aunque resulte en gasto de dinero, en realidad es aconsejable hacerlo. Los cambios de aceite, los filtros o los líquidos, mantendrán tu vehículo en mejor estado y también evitarás averías poco deseadas.

Usar neumáticos muy gastados. Si el relieve de las llantas está por debajo de 1,6 mm indican que están muy desgastadas, otros riesgos pueden ser que estén demasiado hinchados o desinflados. Esto puede ser un peligro no solo por tu seguridad, ya que esta simple avería puede causar grandes daños. Mantén la presión correcta en tus neumáticos, de esa manera haces que duren más, que consumas menos combustible y, por supuesto, ahorrarás dinero.

Lavar el auto. Por muy inofensivo que se vea el polvo y el barro que tenga la carrocería pueden llegar a deteriorar la pintura permanentemente, debido que la deja sin brillo y descolorida, además de promover la formación de óxido.

Aceleración de golpe. Manejar rápidamente puede ser una costumbre de muchos, pero la realidad es que al dar esos acelerones tiendes a gastar más gasolina, y con el tiempo hará que el motor, la transmisión y los frenos se dañen con mayor rapidez.