En una granja en las entrañas del campo en Singapur, se procura la alimentación y buen crecimiento de una particular especie de animales: insectos. Chua Kai-Ning no es una granjera ordinaria, como tampoco lo son sus preciadas larvas de mosca soldado negra. Estos diminutos soldados son los responsables de combatir la gran crisis de desperdicio de comida que aqueja al país insular del sur de Asia.

No es una broma, anualmente se desperdician 2.500 millones de toneladas métricas de comida en el mundo. Ciertamente esperaríamos que la solución fuese distinta a alimentar a legiones de millones de gusanos, pero Chua y su compañero Phua Jun Wei creen fielmente que sus larvas son la clave para la redirección de los métodos de producción y cómo las sociedades lidian con sus desperdicios.

Solo en Singapur se desperdiciaron 665.000 toneladas métricas de comida en el 2020, de esta cantidad se estima que menos del 20% pudo ser reciclado. Mientras tanto, en la compañía de Insectta se le suministra a las larvas de mosca soldado negra más de ocho toneladas de basura al mes. La compañía tiene convenios de abastecimiento con los desperdicios de fábricas de soja y cervecerías locales.

Ahora, quizás nos preguntaremos una vez se alimenten estos gusanos entonces qué sucederá con ellos. Algunos escépticos habrán argumentado que estaríamos frente una virtual sobrepoblación de gusanos en el sur de Asia. Lo cierto es que los gusanos son secados para luego convertirlos en alimentos para animales y con sus excrementos se fabrican fertilizantes.

Así como la filosofía de Insectta es la de “no desperdiciar absolutamente nada y sí aprovechar absolutamente todo”, este aspecto va más allá de la basura y se enfoca también en aventajarse de los biomateriales percibidos por las mismas moscas. Además de convertir los gusanos en alimentos, otros elementos como capullos son utilizados por sus propiedades.

El proceso evolutivo de las moscas es simple y estamos familiarizados con él por entender previamente al similar proceso de las mariposas. Cuando los gusanos maduran lo suficiente, estos crean un capullo que tardan entre 10 y 14 días en romper ya siendo moscas. Insectta ha desarrollado una tecnología especial para extraer biomateriales de este exoesqueleto o capullo una vez la mosca lo abandona.

De estos capullos se puede extraer quitosano, un biopolímero y antimicrobiano requerido en la industria farmacéutica y cosmética. Durante décadas se explotó la extracción de quitosano desde los exoesqueletos de crustáceos, siendo los insectos la nueva perspectiva de la industria que requiere del indispensable biomaterial.

A pesar de ser un tipo de ganado que no resulta convencional o agradable a la imaginación popular, las larvas de granja son un potencial aliado para combatir las miles de toneladas de comida desperdiciada del planeta, una problemática con severo impacto climático al que se la ha encontrado una solución parcialmente sostenible.