De 1930 a 1944 se construyó en Maracaibo el Aeropuerto Grano de Oro. Era la solución al transporte en una ciudad petrolera donde llegaban hidroaviones, no había puente para cruzar el lago y se requería una terminal moderna. Sin embargo, para 1969, a pocos meses de inaugurar un nuevo aeropuerto en las afueras del área metropolitana, una tragedia marcó el fin de sus funciones.

El domingo 16 de marzo de 1969 escuchamos una fuerte explosión, estábamos con nuestra madre en el patio trasero de la casa, a unos 5 kilómetros al oeste de “Grano de Oro”, hacía calor y el humo se elevaba hasta el cielo, la radio comenzó a dar la noticia de un accidente aéreo, lo recuerdo claramente.

El vuelo tenía retraso, su itinerario era Caracas-Maracaibo–Maracaibo-Miami, era un DC-9-32, comprado 15 días atrás a McDonnell Douglas por la línea aérea Avensa, quien le alquiló el avión y su tripulación a la línea VIASA. Su capitán, era el señor Emiliano Savelli Maldonado y José Gregorio Rodríguez Silva, como primer oficial.

A las 10:30 a.m. abordaron 46 pasajeros, 10 tripulantes con 17.000 libras de combustible, el vuelo 742 de Viasa despegó del Aeropuerto Internacional de Maiquetía, rumbo a la ciudad de Maracaibo, llegando a las 11:30 a.m., algunos testigos aseguran que el avión tropezó o succionó ramas de árboles cercanos a la pista, del sector La Manzana de Oro, este detalle fue observado y reportado, pero no significaba nada para este tipo de naves.

Luego de estacionarse en la zona de vuelos internacionales del Aeropuerto, se realizó una parada de 30 minutos, completaron el combustible hasta 28 mil libras, y se dieron los últimos toques técnicos; 27 pasajeros abordaron tras escuchar el último llamado a las 11:45 a.m.

Fuera de control

El avión entró a la pista y no llegó a la cabecera, restándole 400 metros de recorrido para el despegue, finalmente los pilotos iniciaron la maniobra a las 12:00 p.m. El avión se desplazó por la pista pero le costó elevarse. A escasos 10 metros de altura, al final de la pista, parecía que se elevaba con normalidad, pero pasó la cerca perimetral de la pista, causando asombro por la poca altura de la nave. La controladora aérea narró que vio cuando el avión pasó frente a la torre, que quedaba a mitad de la pista:

“Vi que el avión no despegaba, sino que corrió y seguía corriendo. Se comió el 80% de la pista. Fue angustiante verlo sin poder hacer nada. El avión despegaba siempre al pasar la torre de control. Ese día cuando vi que se comió toda la pista. Ya yo sabía el desenlace”.

En medio de la lucha por alcanzar altura, el motor izquierdo chocó con un poste cercano al antiguo cine Capitolio, más adelante cuando el aparato ingresó a la urbanización La Trinidad, un reflector de una pequeña cancha de baloncesto rasgó los depósitos de combustible, derramándolo sobre las personas en tierra que observaban sorprendidos lo que sucedía. El avión ya no apuntaba al cielo, en su camino un poste con 2 transformadores que impactaron la aeronave, causaron la explosión de los tanques de combustible y el motor izquierdo se incendió.

El ala izquierda se desprendió y cayó sobre una de las casas afectadas. El avión estaba fuera de control, se estrelló de forma invertida en una vereda de la urbanización La Trinidad, seguido de una gran explosión que fue vista en toda la ciudad. El fuerte impacto hizo que el motor izquierdo se desprendiera y cayera sobre la casa del deportista Lino Connell, matando a sus tres hijos, su esposa y su suegro, milagrosamente su bebé de 4 meses fue sacada por un vecino y logró salvarla. Fallecieron los 74 pasajeros y 10 tripulantes, más 71 personas en tierra, totalizando 155 víctimas fatales que hicieron de éste, el peor accidente aéreo de su época.

En menos de 24 horas, había corresponsales de todo el mundo en La Trinidad.  El caos se apoderó de la ciudad, la noticia de un avión caído en una zona urbana con tantas víctimas, lo hacía el primero de su tipo a nivel mundial, las causas iban desde el sobrepeso, el largo de pista y la temperatura, además de versiones sobre el cambio de piloto, ya que quien lo piloteó desde Maiquetía no quiso llevarlo hasta Miami.

Entre los viajeros iban Antonio Herrera y Carlos Santeliz, propietario y pelotero del equipo de béisbol Cardenales de Lara, y Néstor “Látigo” Chávez, lanzador de Navegantes del Magallanes y prospecto de Gigantes de San Francisco, en Estados Unidos; también, Raúl Osorio, profesor de la Facultad de Humanidades de la Universidad del Zulia, quien condujo su vehículo desde el colegio de Médicos hasta el hospital Universitario, todo muy cerca del aeropuerto. La mayoría de los pasajeros eran estadounidenses, entre trabajadores y familiares de trasnacionales petroleras que operaban en el país.

Fue tan espantoso este accidente que no se pudieron reconocer 30 cadáveres, que se presume fueran personas de nacionalidad colombiana sin documentación legal en el país, ya que el barrio Ziruma estaba conformado por muchas pensiones guajiras que hacían comercio y traslado de personas desde el vecino país, debido a la bonanza de Venezuela en esa época.

Fuentes: