Su Alteza Serenísima, princesa Alicia de Battenberg (1885-1969), bisnieta de la reina Victoria, hija mayor del príncipe, Luis Battenberg y de su esposa Victoria de Hesse, nació en el Tapestry Room. Su infancia transcurrió entre Darmstadt, Londres, Jugenheim y Malta, debido a que su padre era un oficial de la Marina Real y sucedían estos cambios de residencia.

Fue a una temprana edad que su madre notó su lentitud para aprender a hablar y que su pronunciación no era muy clara; le fue diagnosticada sordera congénita debido a que su abuela se percató del problema y fue llevada con un especialista del oído. Con las estimulaciones que su madre ejerció sobre ella, la pequeña princesa aprendió a leer los labios, entendió y habló el inglés y alemán.

Recibió una educación privada y también aprendió el francés, debido a los compromisos estudió el griego. En los años de su infancia convivió con familiares de la realeza e inclusive fue dama de honor en la boda de Jorge, duque de York y de Maria de Teck (1893), quienes luego se convertirían en los soberanos del Reino Unido. En su décimosexto cumpleaños, asistió a los funerales de la reina Victoria en la capilla de St. George, en el Castillo de Windsor y al poco tiempo su confirmación a la fe Anglicana.

En la coronación del rey Eduardo VII, en 1902, conoció a quien sería su futuro esposo, Andrés, conocido entre sus familiares como Andrea, el cuarto hijo del rey Jorge I de Grecia y de su esposa Olga. El 6 de octubre de 1902 contrajeron nupcias, en Altes Palais en Luisenplatz, en Darmstadt, con dos ceremonias religiosas, al día siguiente una luterana que se hizo en el Evangelical Castle Church y la otra ortodoxa griega en la capilla rusa, en Mathildenhöhe. Para esta ceremonia fueron traídas de Rusia las valiosas coronas de Catalina II, y por el rito ortodoxo fueron colocadas sobre sus cabezas, por ello fue conocida por los angloparlantes como “princesa Andrew”.

La pareja estaba relacionada con casas gobernantes de Gran Bretaña, Prusia/Alemania, Rusia, Dinamarca, Grecia, Hesse y Schleswig-Holstein, y su boda reinó todos los descendientes de la reina Victoria y del rey Cristián IX, antes de que estallara la Primera Guerra Mundial.

De esta unión nacieron 5 hijos: Margarita quien se casó con Godofredo, príncipe de Hohenlohe-Langenburg, Teodora, casada con el príncipe Bertoldo, Margrave de Baden, Cecilia, casada con Jorge Donato, gran duque de Hesse, Sofía, casada con el príncipe Cristobal de Hesse y vuelto a casar con el príncipe Jorge Guillermo de Hannover, y finalmente el Príncipe Felipe, quien se casó con la heredera al trono inglés, y se convertiría en la Reina Isabel II.

Ella, después de su boda se involucró en las labores de caridad, su esposo continuó con su carrera militar, y asistió a la boda de la gran duquesa Maria de Rusia y del príncipe Guillermo de Suecia, que se efectuó en Rusia. Fue en esta visita cuando en una conversación con su tía, la gran duquesa Isabel Fiódorovna Románova, quien tenía pensado fundar una orden religiosa de enfermeras, que ella asistió en la colocación de la primera piedra de la nueva iglesia de su tía.

De regreso a Grecia consideró una situación política muy crítica y fue como su esposo decidió dimitir del ejército, momento en que ascendió al poder Eletherios Venizelos. Su marido se incorporó de nuevo a la milicia en la Guerra de los Balcanes y Alicia lo hizo como enfermera, donde colaboró en cirugías y ayudó a fundar hospitales de campaña; Con esta labor la condecoró el rey Jorge V del Reino Unido y le otorgó la Real Cruz Roja en 1913.

De princesa a monja, la vida de Alicia de Battenberg

La princesa Alicia de Battenberg, madre del príncipe Felipe, duque de Edimburgo y suegra de la reina Isabel II del Reino Unido. Instagram: @entrelascortes

Su cuñado, el rey Constantino I de Grecia se mantuvo neutral en el conflicto, a pesar de que el gobierno democrático le dio su apoyo a los aliados. Alicia y sus hijos se refugiaron en los sótanos del Palacio en el bombardeo del 1 de diciembre de 1916, cuando Francia atacó a Grecia. Ya para el año 1917 la neutralidad que adoptó Constantino no pudo mantenerla, debido a esto ella, sus hijos y otros miembros de la familia real fueron obligados a exiliarse cuando Guillermo I abdicó, y entonces se resguardaron junto con la familia griega en Suiza.

Al finalizar la Primera Guerra Mundial, muchas casa reales fueron depuestas. Al año siguiente de terminar la guerra, dos de sus tías fueron asesinadas por los bolcheviques, la Zarina Alejandra de Rusia y la gran duquesa Isabel, con la caída de los imperios rusos, alemán y austro húngaros.

Fue una excéntrica y misteriosa princesa, fue honrada con múltiples regalos, uno de los más asombrosos fue el otorgado por el Zar y la Zarina de Rusia: una tiara valorada en 14 millones de dólares, y que posteriormente fue transformada en el anillo de pedida de la Reina Isabel II.

En 1920, volvieron a Grecia a su propiedad en la isla de Corfu, pero después de la derrota del ejército griego contra los turcos, el rey se vió forzado al exilio; su esposo fue condenado al destierro y abandonó Grecia a bordo de un crucero británico el HMS Calyps.

La princesa Alicia sufrió una crisis religiosa en 1930, una de las razones fue la separación de su familia, su hijo, el Príncipe Felipe, tenía casi 10 años, cuando ella fue internada en un sanatorio en Suiza. Alicia fue diagnosticada con esquizofrenia y paranoia, y expuesta a tratamientos médicos “primitivos”, de una forma muy inhumana sus ovarios fueron sometidos a rayos X con la intención de que su libido terminara.

Sufría severos trastornos, inclusive decían que tenía alucinaciones y escuchaba “voces del más allá”. Cuando se exiliaron por segunda vez, viajaron a París, y trabajó en una tienda para refugiados griegos.

Por situaciones de su trastorno, la familia terminó por separarse, y su esposo, el Príncipe Andrés, decidió dejarla, para vivir con una de sus amantes.

Su reunión con su hijo Felipe fue a raíz de la muerte de una de sus hijas, Cecilia, quien falleció junto con su esposo y dos de sus hijos en un accidente aéreo. Según el Diario The New York Times, la princesa luego de ser dada de alta fundó la sociedad monástica de Marta y María, y su función estaría consagrada a capacitar hermanas para el cuidado de niños pobres y enfermos.

De princesa a monja, la vida de Alicia de Battenberg
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Para financiar sus actividades comunitarias decidió vender casi todas sus joyas reales, y guardó algunas que le servirían a Felipe en un futuro. Asistió a la boda de su hijo con la heredera al trono inglés, y posteriormente a la coronación de Isabel como reina; con su traje de monja llamó la atención de todos ya que fue trasmitida por televisión.

Vivió con su hijo Felipe tras ser invitada en el Palacio de Buckingham, ya que Grecia se encontraba en una deteriorada situación política; se mudó en 1967 y vivió ahí hasta su muerte. Gracias a la ayuda prestada por ella a la comunidad judía le fue dado un reconocimiento de “Justa entre las Naciones”, al arriesgar su vida para salvar a miembros de esta comunidad.

Las palabra que su hijo Felipe le dedicó en el momento que sus cenizas eran trasladadas a Jerusalén, fueron:

” Sospecho que mi madre nunca pensó que sus actos fueran especiales de alguna forma, ella simplemente pensaba que ayudar a quienes estaban en aprietos era una reacción perfectamente natural y así actuó toda su vida”.

Felipe de Edimburgo